JUAN LUIS FUENTE
(Entrevista publicada en www.revistaprotocolo.com el 31 de enero de 2022 y actualizada el 29 de junio de 2022)
No todos los días tiene uno que entrevistar a un hermano, qué quieren que les diga… Ni tan siquiera se llega a tener claro si es apropiado proponer tal aventura. En fin, curiosa tesitura tras tantos años de profesión. El caso es que por el simple hecho de mantener semejante relación fraternal uno se plantea preguntas (y se responden): ¿es un hecho objetivo que estamos ante una persona clave en el mundo del protocolo y la organización de eventos? Posiblemente. ¿Sería más prudente darlo por hecho y obviar esta entrevista? Posiblemente. ¿Debe uno proceder con ella? Posiblemente. En fin, el caso es que aquí estamos con Carlos Fuente Lafuente (Oviedo, 1959), director del Instituto de Protocolo y Eventos ISEMCO y nuevo director del Grado en Protocolo y Organización de Eventos de la Universidad Camilo José Cela (UCJC), cargo al que vuelve después de haberlo ocupado entre los años 2010 y 2017. Este nuevo nombramiento coincide con el acuerdo alcanzado entre UCJC e ISEMCO, centro que trabajará en la parte académica, en las prácticas de alumnos y en la gestión general. También vicepresidente del Observatorio Profesional de Protocolo y Eventos (OPPE), este ovetense de pro siembre ha vivido, vive y vivirá por y para el protocolo y para todo lo que huela a organización, comunicación y a esas relaciones humanas especialmente saludables y que tan bien le definen. Persona honesta donde las haya, es una de las grandes referencias de la profesión, también es periodista, ex jefe de prensa y de protocolo en numerosas instituciones asturianas (incluida la Fundación entonces llamada Príncipe de Asturias), escritor, profesor, doctor… Un gurú del protocolo, en definitiva, que desde muy muy niño jugaba a organizar (“menudos mundiales de fútbol y olimpiadas nos montábamos en mi casa con chapas”). En fin, aquello fue sin duda el germen de lo que hoy es algo más que su profesión, un sector que ama y al que se lo da todo (en la plena extensión de la palabra) y con el que consiguió muchas alegrías. ¿La mayor de ellas? Haber conseguido el grado oficial en protocolo y organización de eventos en el año 2010. Empezamos.
¿Debería tratarte de usted, como hago siempre en las entrevistas?
Por razones obvias, el usted aquí no tiene sentido. Además, siempre procuro que todos me traten de tu porque me encuentro más cómodo. Incluso a los propios alumnos a los que doy clase en la Universidad. El usted me aleja de los demás y quiero sentirme siempre integrado, sin barreras por el medio.
Estupendo. Todos saben de tu pasión por el protocolo y la organización de eventos. Pero quizá muchos no sepan que ya ejercías esta profesión cuando de niño te inventabas juegos y organizabas todo tipo de divertimentos no muy típicos de la infancia…
He tenido la fortuna, como bien sabes, de haberme criado de muy pequeño en un ambiente de mucha creatividad, de acción, de no perder el tiempo. Mi paso por los campamentos juveniles del Junior excitó más mi curiosidad por organizar cosas, por generar ideas, por mostrarme inquieto y activo. El hecho de haber sido monaguillo de mi parroquia ovetense de Pumarín con apenas ocho años me metió en un mundo ceremonioso que me marcó mucho y que quizá haya sido decisivo.
Pero siempre vimos en el entorno familiar que tu inquietud iba más allá…
Es cierto. Cada vez que pienso que sin llegar a los dos dígitos en mi edad fui capaz de montar en casa auténticas ligas y mundiales de fútbol en un tablero de una mesa de cocina (que se iba a tirar y suplicamos para que nos dejaran la tabla) con chapas y pelotas de papel de plata, o unos juegos olímpicos en toda regla, o un mundial de automovilismo con el Scalestrix, entre otros, se pone la carne de gallina.
“Cada vez que pienso que ya muy de niño fui capaz de montar en casa ligas y mundiales de fútbol en un tablero con chapas y pelotas de papel de plata, o unos juegos olímpicos en toda regla, o un mundial de automovilismo con el Scalestrix, entre otros, se pone la carne de gallina”
Aquello no eran solo juegos…
Claro, con el paso de los años me di cuenta de que era organización en toda regla. Hacía misas en casa (en vez de hostias, galletas), reuniones de hermanos y primos (nuestras famosas “primadas” familiares con centenares de asistentes) y un montón de eventos que entonces ni sabía que se llamaban así y detrás de los cuales había un protocolo.
Sí, mucho protocolo, mucho evento. Pero en el bachiller fuiste por ciencias. Después, gran quiebro y al Seminario, y después, otro regate y estudiaste Periodismo, disciplina en la que ejerciste muchos años en medios importantes. ¿Qué queda de aquella etapa de estudiante?
Recuerdos imborrables. Espléndidas experiencias que han consolidado mi formación humanística y global. Es cierto que hice el bachillerato por ciencias, incluso en el colegio donde estudié los tutores me recomendaron hacer Arquitectura, pero en ese momento no estaba en esa idea. Preferí sacar el COU en el Seminario, donde incluso empecé Ciencias Eclesiásticas, aunque al año decidí dejarlo para irme a Madrid a estudiar Periodismo en la Universidad Complutense.
¿Qué te influyó en esa decisión?
Lo tengo clarísimo: haber creado en el Seminario una revista, Informe 30, dirigirla, crear una redacción e incluso convencer al rector para que nos habilitara una sala de redacción. Tenía apenas 18 años. Me encantó el periodismo, llegué a publicar en diversos diarios regionales y nacionales con esa edad. Parecía mi mundo. Y bien que lo fue, porque estuve estudiando el primer curso en la Complutense (los otros cuatro los superé yendo y viniendo cada poco de Oviedo a Madrid y viceversa). En 1978 me ficharon como redactor en un periódico regional y de ahí fui saltando a varios medios de comunicación, como La Nueva España y la corresponsalía de El País en el Principado de Asturias. Lo importante es que ya antes de terminar la licenciatura de Periodismo tenía cuatro años de experiencia en medios regionales. Eso me supuso un esfuerzo enorme, estudiar, trabajar y viajar, pero me gustaba tanto que no me importaba. Fueron años muy decisivos entonces en mi vida profesional, porque aún hoy me siento periodista, aunque ahora más en la faceta de divulgador y analista de protocolo y eventos. Pero mi gran cambio profesional al protocolo vino a los pocos años.
Un gran periodista, sin duda. No está bien que yo lo diga…
Bueno, no me considero un gran periodista, pero si un apasionado que trata de comunicar lo mejor posible, que cree mucho en la comunicación y que gracias a mi participación en los Premios entonces Príncipe de Asturias me dio esa visión de la importancia de organizar bien los eventos, de descubrir y estudiar el protocolo y, sobretodo, de combinar con cierta inteligencia sus matices y los de la organización y la comunicación. Después fui descubriendo que ese tópico triángulo, en el que estaba la seguridad, era insuficiente y poco acertado, porque había que añadir la creatividad, la producción y la gestión económica. Por eso tracé mi teoría de la diana que recojo en mis publicaciones.
De la información activa, te contrataron como jefe de prensa del Ayuntamiento de Oviedo (muy jovencito, por cierto) y ya después, protocolo, prensa… ¿Cómo fue ese proceso?
Entré en el Ayuntamiento de Oviedo por oposición abierta como jefe de prensa. A los pocos meses de estar en esta entidad se jubiló mi gran amigo Federico Cullera, que era el responsable del protocolo municipal. Me dijo el alcalde, entonces Antonio Masip, que en tanto se daba alternativa a la convocatoria para suplir el puesto de protocolo que me ocupara provisionalmente de ambos campos, prensa y protocolo (tenía conocimientos al respecto gracias a mi experiencia en los Premios Príncipe de Asturias y en otros eventos). Me asusté al principio porque estaba solo para todo en el departamento, pero a base de una dedicación extraordinaria en horas pude desarrollar el trabajo.
Recuerdo que como necesitabas trabajar los fines de semana te dieron la llave de la puerta principal del ayuntamiento.
Así es, y los policías que controlaban el edificio se quedaban extrañados de que fuese el único funcionario que acudía un sábado o un domingo a trabajar. Pero me lo tomé como una oportunidad que no debía desaprovechar y sólo lo podía conseguir si me volcaba plenamente en mi trabajo y sacaba las cosas adelante. El hecho de ser responsable de prensa y protocolo me dio una visión muy actual de lo que es hoy organizar eventos.
“Ni más periodista ni más de protocolo: soy ambas cosas. Lo uno sin lo otro no se entiende, al menos desde mi concepción. El hecho de haber sido jefe de prensa y de protocolo me dio una visión muy actual de lo que es hoy organizar eventos”
Muchas personas que te conocen se preguntarán si por tus venas corre más sangre de periodista o de organizador de eventos y profesional del protocolo en general.
Ni más periodista ni más protocolario u organizador de eventos. Soy ambas cosas y me siento muy agradecido de haberlo comprendido y ejecutado. Lo uno sin lo otro no se entiende, al menos desde mi concepción. Por mis venas corren no solo esos dos conceptos, sino otros más que forman parte de mi proyección como profesional de la organización de eventos. Escribir me gusta y disfruto mucho con ello, pero el protocolo es hoy por hoy mi razón de ser.
Como profesional de ambas disciplinas, y al margen de tu criterio, ¿qué manda más cuando organizamos un evento, la comunicación o el protocolo?
La respuesta es muy sencilla y clara: no debe imponerse ninguna, ni tampoco sus responsables. Sencillamente han de trabajar en equipo y muy coordinados porque la comunicación en los eventos sin el protocolo no funciona, y al revés ocurre lo mismo. Siempre consideré que los responsables de comunicación deben saber de protocolo y los de protocolo entender las claves comunicacionales.
“La comunicación en los eventos sin el protocolo no funciona, y al revés ocurre lo mismo. Siempre consideré que los responsables de comunicación deben saber de protocolo y los de protocolo entender las claves comunicacionales”
Periodista, jefe de prensa en este ayuntamiento, en la Junta General del Principado de Asturias, en el gobierno asturiano y en la Fundación Princesa de Asturias (antes Príncipe de Asturias) durante más de treinta años. Te pregunto sobre ésta última: ¿cuál fue la gran lección que aprendiste de sus premios que cada año se entregan en el Teatro Campoamor de Oviedo?
Que un evento de estas características no es viable si no se planifica bien el acto y no se logra una correcta comunicación. Es un ejemplo clásico de la importancia de compartir ambas disciplinas. Ésa es la clave de su éxito. Lo tuve muy claro desde el principio y la Fundación lo entendió desde el primer momento. Afortunadamente, esa convivencia entre ambas áreas es, sin duda, una clave del éxito de estos galardones, además de otras cuestiones, como el acierto de la elección de los galardonados y el apoyo de las principales instituciones nacionales, regionales y locales, entre ellas muy especialmente la Casa de Su Majestad.
A principios de los 90 empieza a merodear por tu cabeza la idea de poner en marcha un gran proyecto educativo en España en materia de protocolo y eventos. Todo empezó en tu Oviedo natal. ¿Cómo fue aquello que años más tarde se convertiría en el proyecto educativo más grande que ha tenido la profesión en España?
Fue un proyecto que surgía de la imperiosa necesidad de cubrir el vacío formativo que había al respecto. Existían cursos pequeños y de escasa entidad para obtener un reconocimiento, pero no era suficiente. Por ese camino no íbamos a ningún sitio. Teníamos que generar una alternativa que cumpliese los requisitos universitarios de investigación, docencia y profesores cualificados. Era consciente de que generar claustros de profesores con personas que sólo aportaran experiencia no iba a ser admitido por las autoridades del Ministerio de Educación. Había que estructurar una formación acorde a los requisitos universitarios e ir explicando en todas las universidades la necesidad de atender a este sector tan importante para la economía española. Hablamos con muchos rectores, con autoridades universitarias y también con Protocolo del Estado, entonces liderado por el ya tristemente fallecido Miguel Díaz-Pache.
“No fue fácil el recorrido que iniciamos a principios de los 90 de poner en marcha estudios de protocolo. No todos veían claro que hubiera que ir hacia un grado universitario; en cambio hoy, ya ves, lo ofrecen numerosas universidades españolas”
Vivió aquello en primera línea y sé que no fue fácil ese recorrido…
Qué va, no lo fue porque no todos veían claro que hubiera que optar por trabajar hacia un grado universitario. De hecho, tardamos veinte años en conseguirlo. Pero el tesón y la creencia en ello hizo que en 2010 el ministerio autorizase los estudios oficiales. Pocos daban un duro por ello, pero cuando estás absolutamente convencido, aportas la documentación y te mueves, intuyes que se puede lograr. Y, ya ves, aquí estamos hoy con numerosas universidades españolas que ofrecen estos estudios que entonces en Europa eran habituales.
¿Y por qué no en España?
La profesión no lo tenía claro porque muchos pensaban que podría ser un peligro para sus puestos de trabajo, cuestión que se demostró que no era así. Pensamos en el cambio generacional y que había que ir trabajando en perfiles adecuados adaptados a las nuevas exigencias y tiempos. Reconozco que poner en marcha este proyecto con muchos grandes profesionales no fue fácil, pero poco a poco se logró un gran hito: hoy los graduados en protocolo y organización de eventos cuentan con el máximo reconocimiento. Aquí quiero reconocer el papel de Rafael Cortés Elvira, entonces rector de la Universidad Camilo José Cela, quien creyó en el proyecto y lo apoyó a tope hasta el punto de que lograra el reconocimiento. Tampoco hay que olvidar el gran trabajo realizado por Gloria Campos en todo este proceso.
Fíjate que el protocolo y los eventos existen desde los albores de la humanidad. Pero sé de muchas personas que dicen, medio en serio medio en broma, que fuiste tu quien inventó el nuevo protocolo… A mi me lo han dicho en infinidad de ocasiones.
Para nada. El nuevo protocolo lo iba haciendo la sociedad, las instituciones públicas y las entidades privadas. Ya no era tiempo de pensar en precedencias, banderas o etiqueta. Había mucho más detrás. Estaba claro, y nuestro acierto fue dar visibilidad a que no vale cualquier persona para organizar eventos, a que hacía falta una adecuada formación actualizada al respecto. Yo no inventé nada, simplemente creo que contribuí a modernizar la formación y el nuevo sentido del protocolo y los eventos.
Bueno, también muchísimas personas afirman que pecas de un exceso de humildad…
Bueno, pues para mí eso es un halago.
“Hoy cualquier persona que hace un curso considera que está lista para la docencia. Esto es complicado: si de verdad queremos ser universitarios y reconocidos, debemos ser conscientes de que todavía queda mucho camino por andar”
Centrémonos en la formación. Conoces mejor que nadie cómo está el sector académico en la profesión. ¿Cómo estamos realmente?
Esta profesión universitaria es aún joven y queda camino por recorrer. Hoy cualquier persona que hace un curso o tiene una experiencia profesional considera que está lista para la docencia. Esto es complicado: si de verdad queremos ser universitarios y reconocidos, debemos ser conscientes de que todavía queda mucho camino por andar. Lo más peligroso en este reconocimiento social y oficial es observar algunas iniciativas formativas que buscan de todo, pero no son conscientes de que el reconocimiento oficial exige mucho más. Quien piense que esto es un negocio, le aseguro que a medio o largo plazo no lo será así. Se habla mucho del intrusismo profesional, pero yo añadiría que es más peligroso casi el intrusismo formativo, porque enseñar no es lo mismo que compartir experiencias. Si eso no se entiende, quien lo promueve no busca potenciar la profesión sino sencillamente obtener unos beneficios que se acabarán.
“Se habla mucho del intrusismo profesional, pero yo añadiría que es más peligroso casi el intrusismo formativo, porque enseñar no es lo mismo que compartir experiencias”
En 2010 logras por fin que tengamos en España el primer Grado Oficial en Protocolo. ¿La mayor alegría profesional de tu vida?
La respuesta es corta: por supuesto. Lo hice junto con Gloria Campos, tarea en la que trabajamos juntos de forma ardua. Es histórico en nuestra profesión, aunque muchos profesionales han tardado o siguen tardando en entenderlo. ¿No es motivo de alegría general que nuestra profesión se sitúe al mismo nivel que otras carreras? Quien dude de eso, solo piensa en su interés y esa persona no merece la pena.
Además, fue con la Universidad Camilo José Cela (UCJC), en donde dirigiste este Grado desde su puesta en marcha en 2010 Y hasta el 2017. Ahora, esta Universidad acaba de nombrarte otra vez director de estos estudios y también ha llegado a un acuerdo con ISEMCO.
Así es, me resulta muy satisfactorio volver a la UCJC para volver a dirigir este Grado junto con todo mi equipo, después del acuerdo que nos propuso esta Universidad a través del cual llevaremos la parte académica del Grado que dirijo y también del máster oficial, así como las prácticas de alumnos y la gestión general de ambas titulaciones. Debo decir que también guardo un magnífico recuerdo del Instituto Universitario de Protocolo de la UCJC que también tuve el honor de dirigir entre esos mismos años.
Tu capacidad creativa es considerable. Llega incluso al asociacionismo en España y en el mundo. Citaré solamente tres instituciones: la AEP, la OICP y ahora el Observatorio de Protocolo.
Mi capacidad creativa no pretende más que responder al establecimiento de una hoja de ruta que debíamos seguir y mantener en la actualidad para conseguir el pleno reconocimiento profesional y el trato adecuado. No creé la asociación; eso se lo debemos a la tristemente fallecida María Carretero y a un grupo de personas que en 1993 lanzaron esa iniciativa. Cuando supe de la incipiente Asociación Española de Protocolo, sólo pude decir que estaba a su disposición y que en todo lo que pudiera ayudar que contaran conmigo. Eso me llevó a formar parte de la misma y a asumir puestos de responsabilidad.
Creo que entonces pocos creían en el asociacionismo.
Crees bien. En aquella época no había conciencia de profesión y de corporativismo. Nuestro sector siempre fue muy solitario y aislado. Por eso, era imprescindible motivar a la gente a unirse y emprender acciones colectivas. Ese fue el éxito de los congresos internacionales que promovimos y que supusieron un revulsivo que fue clave.
“La creación de la OICP era necesaria para que la unión de los profesionales cruzara fronteras. Por eso me dedique en cuerpo y alma durante una década a su puesta en marcha. Aún falta internacionalizarla al máximo, apostar por la visión europeísta”
¿Sobre la Organización Internacional de Ceremonial y Protocolo (OICP)?
Debo decir que era necesaria para que la unión cruzara fronteras nacionales. Por eso me dedique en cuerpo y alma durante una década a su puesta en marcha. No se ha logrado aún internacionalizarla al máximo, pero se llegará a ello si todas las asociaciones integradas entienden que el protocolo es más que precedencias y banderas. Quizá actualmente a la OICP le falte clarificar su hoja de ruta futura, pero estoy seguro de que con sus responsables actuales se irá alcanzando. Mi consejo, aunque parezca contradictorio, es el siguiente: menos ceremonial y protocolo en su organización, y mayor sentido de la colegiación profesional. No obstante, todo se andará si somos capaces de salvar determinados egos y poner al servicio de la profesión una visión moderna y actual de quienes nos sentimos gestores de eventos y no solo protocolistas o ceremonialistas. En este sentido, apuesto claramente por la visión europeísta.
Otra reciente iniciativa: el Observatorio Profesional de Protocolo y Organización de Eventos (OPPE).
Era necesario. No pretende ser el centro de la profesión, ni tan siquiera otra asociación más. Sencillamente, busca ser marco de encuentro abierto donde todas las asociaciones españolas y extranjeras puedan sentirse cómodas trabajando en favor de la profesión desde el estudio, el debate y el contraste de opiniones. Estoy seguro de que va a hacer un trabajo fundamental. Ahora está arrancando, fijando sus líneas de actuación y de trabajo, pero una vez definidas totalmente va a ser la gran locomotora de una profesión moderna y de futuro. Hoy quedarse al margen de este proyecto es perder el tren de la modernidad en nuestro oficio.
“Tener un colegio profesional es absolutamente necesario. Reforzará el trabajo de las asociaciones y el reconocimiento de sus colegiados y de la profesión en su conjunto. Oponerse a ello es un error monumental”
¿Llegaremos a tener un colegio profesional? ¿Es imprescindible?
Es absolutamente necesario y reforzará el trabajo de las asociaciones y el reconocimiento de sus colegiados y de la profesión en su conjunto. Oponerse a ello es un error monumental, pero respeto a quien no lo ve. Son tantos los beneficios y el reconocimiento social que ir en contra es absurdo, y más en un país como el nuestro tan diversificado con asociaciones territoriales que disminuyen la potencialidad del colectivo nacional. El hecho de que la federación de asociaciones no haya sido capaz de lograrse demuestra que sólo los colegios territoriales y su unión en torno a un Consejo General de Colegios de Profesionales de Protocolo y Eventos será capaz de darnos voz en la sociedad y especialmente en las instituciones. ¿Por qué oponerse a ello cuando, además, es una demanda general de los profesionales? No será la panacea, pero sí el primer paso hacia un reconocimiento más amplio. En este sentido, estimo que el Observatorio, que concentra a todas las asociaciones, es el mejor camino a seguir.
Otra gran faceta tuya es escribir manuales que todavía son referencia en el sector a todos los niveles. Tienes un montón de libros y artículos publicados sobre protocolo y organización de eventos.
Es cierto, porque resulta más que necesario que haya literatura e investigación al respecto. Pero también te digo que cada vez que terminas un libro, enseguida te das cuenta de que algo ya ha evolucionado. Necesitamos seguir publicando, pero con visión moderna y actual y no contando las mismas cosas que todos saben. Hay que perfilar tesis nuevas tras un estudio concienzudo de hacia dónde van las técnicas de organización de eventos y su protocolo. Ahí vamos un poco por detrás.
“Es muy importante que haya literatura e investigación en la profesión. Necesitamos seguir publicando, pero con visiones modernas y sin contar las mismas cosas que ya sabemos todos. Hay que perfilar tesis nuevas. Ahí vamos un poco por detrás”
Esto es de obligado tratamiento: fuiste el promotor de esta publicación, REVISTA PROTOCOLO, cuyo primer número salió en el año 1995. Han pasado 25 años. ¿Qué nos dices de ella?
Que ha sido y sigue siendo fundamental. Su viabilidad económica es ruinosa, pero hay que seguir haciendo el esfuerzo por su supervivencia. Quien se sienta buen profesional debería estar matándose por publicar sus opiniones y experiencias. Pero desgraciadamente en esta profesión no existe ese sentimiento todavía, hay miedo o excesiva prudencia. Muy al contrario, es como si se tuviera miedo a publicar, o quizá cierta soberbia en el sentido de que publicar los conocimientos fuese como algo no compartible.
Tremendo error eso, ¿no?
Desde luego, tremendo error. Confío mucho en esta revista porque es capaz de dar una visión global de lo que es la organización de eventos situándose en un nivel que contrastaría con otras publicaciones que sólo defienden los intereses de las agencias de eventos. Espero que en esta nueva etapa de REVISTA PROTOCOLO los profesionales vean que es más necesaria que nunca, que se suscriban, que contribuyan con sus ideas y experiencias. En cualquier caso, el mérito de la Revista no es mío, si no tuyo, hermano. Tu te la has currado de principio a fin junto a Elvira, quien por cierto es tu mujer. Quiero aprovechar esta ocasión para decir que este tipo de publicaciones pasan por muchísimas dificultades si no cuentan con la colaboración publicitaria de las empresas proveedoras del sector. Quizá llegue el momento, como en otros sectores, de empezar a exigir a agencias, proveedores y otras empresas afines a colaborar, porque los servicios de protocolo y eventos de las instituciones públicas y empresas privadas cuentan con ellos y deben de sumarse al apoyo de este tipo de publicaciones, así como de congresos y otros encuentros.
En 1995 se celebró la primera gran cita mundial de la profesión en tu Oviedo natal, el I Congreso Internacional de Protocolo. ¿Qué representó aquello para ti y para la profesión en general?
Todo. Pero principalmente un cambio incipiente del nuevo protocolo y de la nueva forma de ver los eventos. Es curioso porque entonces era la vieja guardia la que promovió ese encuentro, pero su espíritu caló en muchos jóvenes profesionales que supimos que se abría el camino correcto por el que evolucionar. Fue una experiencia interesante, pero solo un primer paso que hubo que seguir implementando a lo largo de los años y que debemos seguir ampliando.
“Estoy muy satisfecho del camino recorrido y de la nueva visión que le estamos dando a la profesión, aunque queda mucho por hacer. Y estoy especialmente contento por su progresivo reconocimiento social e institucional, que nos abre puertas”
Dicho todo esto, ¿qué te queda por hacer? ¿Los objetivos se han cumplido?
Nunca podré decir que los objetivos están cumplidos, porque quedan muchas cosas por llevar a cabo, pero sí estoy satisfecho del camino recorrido y de la nueva visión que le estamos dando. Especialmente contento por el progresivo reconocimiento social e institucional, que nos abre puertas. Mi vocación está al máximo y cada día con más fuerza e ilusión, pese a reveses o inconvenientes. Cuando tienes las ideas muy claras no hay pared que te frene. Satisfecho porque cada vez somos más los comprometidos y, en ese sentido, el Observatorio de Protocolo está haciendo una labor encomiable, con su presidente al frente, Rafael Vidal, y un grupo de personas muy sensibilizadas y generosas con su esfuerzo. Podría citar a todos los que están trabajando al respecto, pero a quien le interese esta profesión sólo tiene que mirar la web oficial del Observatorio o participar en las jornadas mensuales que promueve.
Dicen que eres una persona muy seria, que generas cierto respeto, que sonríes poco…
A mis 62 años tengo ya mucha existencia vivida y la que espero seguir viviendo. Soy humilde, cercano, comprensivo y amigo de mis amigos, colega de mis colegas, esposo, padre y abuelo. Es probable que la sonrisa no la exteriorice mucho, pero puedo asegurar que soy feliz con lo que tengo y con lo que he dado o pueda seguir dando. Eso sí, tengo muy claro que estamos viviendo un fuerte cambio generacional en nuestra profesión y que hay que darle paso. Por ello, deseo que mi jubilación llegue pronto, porque tengo que disfrutar mucho todavía de otras cosas diferentes que deseo hacer… Pero eso queda en secreto.
¿Por qué en secreto?
Porque entonces no podría jubilarme como deseo. Y saber parar es fundamental.