SUSANA GUINDO
La Jura de la Constitución de la Princesa de Asturias ha sido uno de los actos más simbólicos y solemnes de cuantos se han celebrado en el Congreso de los Diputados. Como todo acto de esta envergadura, implicó un exhaustivo trabajo para los profesionales del protocolo. Nuestras referencias, básicamente dos: el Artículo 61 de la Carta Magna y la Jura de la Constitución del entonces príncipe Felipe en 1986.
¿Cómo ha evolucionado el protocolo? Un poco más lento, seamos sinceros, pero como casi todo en esta vida, con la nueva sociedad y la nueva realidad que vivimos en el siglo XXI.
El Artículo 61.2 determina: “El Príncipe heredero, al alcanzar la mayoría de edad, y el Regente o Regentes al hacerse cargo de sus funciones, prestarán el mismo juramento, así como el de fidelidad al Rey”. En 1978 no se preveía que el heredero fuera una heredera. Si ha habido una gran diferencia entre ambos actos, sin duda ha sido ésa.
Si bien el citado artículo marca la obligatoriedad de que el heredero (a) realice su juramento ante las Cortes Generales, no establece en ningún momento cómo debe realizarse el acto. De ahí que en la mayor parte de su desarrollo la organización se haya basado en la costumbre.
Una vez analizado este importante detalle, podemos fijarnos en otros aspectos de la adaptación de este evento de Estado en cuanto a su organización y peculiaridades. En general, podemos afirmar que, pese a algunos pequeños cambios, fue muy similar a la vivida hace 37 años.
La primera de esas pequeñas adaptaciones fue el coche. El príncipe Felipe acudió a la Jura de la Constitución en un Rolls Royce cerrado y en su proclamación como Rey de España, en un vehículo descapotable. Para esta ocasión, y ante la previsión de posibles lluvias en la capital, se optó por Rolls Royce con el techo acristalado.
La ubicación en la tarima tuvo ciertas diferencias. En 1986 el entonces Presidente del Gobierno, Felipe González, fue ubicado junto al heredero. Las Infantas, Elena y Cristina, estaban ubicadas a un lado de la tarima.
En esta ocasión, se decidió cambiar las ubicaciones. La Infanta Sofía ocupó el lugar justo contiguo a su hermana, la Princesa Leonor y, a continuación, el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez.
Otra de las diferencias más llamativas, no solo para los profesionales sino para el público en general, es el cambio de la etiqueta marcada por la Cámara Baja. Si bien los hombres han continuado con un dress code que marcaba chaqué para los hombres que estuvieran ubicados en la tarima y traje oscuro para el resto, las mujeres han pasado de una etiqueta que marcaba vestido largo al vestido midi en colores sobrios y discretos.
En cuanto a vestimenta, llamó la atención la coincidencia en color de la reina Letizia y la presidenta del Congreso, Francina Armengol. Quizás una polémica que pudo evitarse con una llamada entre los dos equipos de protocolo. Por el momento, nos quedaremos con la explicación oficial: que ambas quisieron hacer un guiño al color del guion de la Princesa de Asturias y del Principado.
Otro de los aspectos más comentados y que marca una nueva época en la Casa Real Española, fue la ausencia del rey Emérito. Recordemos que en la Jura del príncipe Felipe, don Juan de Borbón, conde de Barcelona, asistió a la ceremonia.
Mínimos cambios que, por pequeños que parezcan, marcan muchas diferencias entre dos etapas de nuestra monarquía.