ALBERTO GÓMEZ
Director de Eventsost y de Ephymera Sostenibilidad
A ver, sobre mí han caído básicamente dos maldiciones. La primera de ellas es dormir poco, y los que me conocen están al tanto de mi hora de despertarme y de lo bien que aprovecho al día antes de que cante el gallo. La segunda es la de no poder callar un diálogo interior constante sobre todas aquellas cosas que me rondan la cabeza y que no desaparecen hasta tener una visión clara de las mismas. Incluso confieso que a veces ambas maldiciones se alían para darme la tabarra sin descanso.
Pero el caso es que gracias a esto en los últimos meses he conseguido zanjar un debate interno acerca de lo que está sucediendo en el MICE para que, pese a que el interés por la sostenibilidad es mayor que en ningún momento de nuestra historia, todavía haya algunos obstáculos que nos impiden avanzar con fluidez hacia una lógica sostenible en la organización y producción de eventos.
Crisis de relato
Lo primero que me he dado cuenta es que hay un poco de lío con esto que qué hay que hacer para realizar un evento más sostenible. Y es que me suelo encontrar en muchas ocasiones que tratamos la sostenibilidad desde un punto de vista frívolo y a veces superficial, y no son pocas las ocasiones en las que incluso vemos cómo el nivel de exigencia es hasta bajo.
Mucha gente piensa que con unas buenas acreditaciones de semillas y unas papeleras de colores ya lo tenemos resuelto. Pero el caso es que ni las acreditaciones de semillas suponen mejoría alguna para la sostenibilidad, ni las papeleras de colores es posible que las necesites para un evento en el que el público no va a tener nada de basura en sus manos.
Ser sostenible es una actitud que te permite tomar conciencia de los impactos que genera un evento y planificar acciones para corregirlos o atenuarlos. Así, por ejemplo, puedes tener la mejor acreditación de semillas del mundo, pero al mismo tiempo tirar 900 m2 de moqueta ferial directa a un vertedero sin tan siquiera darte cuenta de ello.
Y esto ocurre básicamente porque tenemos que acabar de delimitar un relato coherente para la sostenibilidad en el MICE.
Si preguntamos a clientes, agencias, proveedores, espacios, destinos… everybody, sobre qué es sostenibilidad en eventos tendríamos diferentes puntos de vista, pero una única realidad, que es que como sector no tenemos un relato unificado de lo que supone hacer eventos más sostenibles.
Certificados, sistemas de compensaciones de emisiones y otras opciones hacen que cada uno tire por donde mejor entiende que hay que transitar para abordar esta cuestión de la sostenibilidad. Pero como sector tenemos que acabar de consolidar un relato conjunto que aborde esta cuestión.
La principal consecuencia de esta crisis de relato que tenemos que resolver la encontramos en que hemos aceptado algunas ideas que no nos hemos molestado en someter a un análisis crítico. Y el problema está en que creerse algunas de estas cosas nos está haciendo caer constantemente en el temido greenwashing, o peor aún en el bloqueo, de cualquier iniciativa de mejora en lo que a sostenibilidad se refiere.
Los eventos es una industria muy poco sostenible
Éste es un buen ejemplo de lo que anteriormente he comentado. Es cierto que los eventos generan muchos residuos, muchas emisiones de gases de efecto invernadero y mucho de todo, pero no por ello es una industria que esté ocasionando de manera directa un problema para el planeta, como sí le pasa a otros sectores de la economía. No quiero decir con ello que los eventos no tengan un fuerte impacto. De hecho, los eventos multitudinarios (festivales, celebraciones, romerías, etc.) sí que tienen un impacto muy significativo. ¿Pero una convención de 300 pax o un kick off son capaces de poner a todo un ecosistema al borde del abismo de un día para otro? Obviamente no. Lo que pasa es que sí que es verdad que tenemos impactos muy negativos, y que no ser conscientes de ellos hace que en muchas ocasiones no los sepamos gestionar adecuadamente.
“Es cierto que los eventos generan muchos residuos, muchas emisiones de gases de efecto invernadero y mucho de todo, pero no por ello es una industria que esté ocasionando de manera directa un problema para el planeta, como sí le pasa a otros sectores de la economía”
Por ejemplo, podemos montar un stand para nuestra marca y que sea muy bonito, pero que luego tengamos que desechar porque no sabemos qué hacer con él cuando acaba el evento. Y ya no digo que nos calentemos un poco la cabeza porque nos construyan el stand con materiales reutilizables, sino que por las prisas le peguemos cuatro patadas y lo tiremos todo mezclado a un contenedor sin ni tan siquiera haber podido antes hacer una separación mínima de residuos porque tenemos que abandonar el espacio antes de las 0:00.
Con previsión este tipo de situaciones se puede evitar, pero hace falta eso, previsión, propósito y compromiso.
“Hacer eventos es más caro”, o “los clientes quieren sostenibilidad, pero no quieren pagar por ello”
En estas afirmaciones se esconde una trampa neurolingüística muy peligrosa, y es pensar en la sostenibilidad como un “extra” que el cliente tiene que elegir en el briefing y por el que tiene que pagar más.
Y es que no se trata de que “lo sostenible” sea más caro, sino más bien de que “lo barato es poco sostenible”. Y cuando una agencia nos presenta una propuesta damos por hecho que se debe de comer bien, que la producción escenográfica va a ser de diez y otro tipo de cosas que esperamos ver en una propuesta de una agencia profesional.
¿Pero qué pasa con la sostenibilidad? De igual manera y en justa reciprocidad deberíamos dar por hecho que la agencia va a diseñar y producir el evento también es “de diez” en las cuestiones de sostenibilidad. ¿O es que acaso debemos asumir que lo normal es generar una gran cantidad de residuos mezclados o que el catering no se ha diseñado teniendo en cuenta un mínimo de criterio sostenible o que a la hora de contratar azafat@s no se han tenido en cuenta criterios de inclusión social?
“Ser sostenible es apostar por la calidad y el sentido común. No es buscar el lujo o el servicio más caro para un evento. El propósito es una llave mágica que tenemos que entender como el iniciador de todo porque nadie toma decisiones sin un propósito concreto”
Ser sostenible es apostar por la calidad y el sentido común en el servicio de una agencia. No es buscar el lujo o el servicio más caro para un evento.
Y mira que esto cuesta de entender, porque está en el ADN de muchas agencias que lo sostenible es más caro, y yo me pregunto: “¿Acaso tienen un concepto equivocado de lo que es ser sostenible en un evento?”. Porque tal como yo lo veo el 98% de las acciones que llevan a la consecución de un evento más sostenible no tendrían que llevar aparejado un coste extra, sino una organización eficaz de las operaciones que hacen más sostenible un evento. Y esto ocurre por la ausencia de ese relato de la sostenibilidad bien contado que he indicado.
Tenemos que compensar nuestros impactos
Ésta es otra de las ideas que a mí me parecen confusas, y además es otro de los mantras que nos están impidiendo seriamente avanzar hacia una industria más sostenible.
Poca gente conoce que fue una compañía petrolera la que inventó aquello de la huella de carbono allá por los 90’s, un concepto que ha posibilitado que se pueda trasladar al consumidor la responsabilidad de contaminar cuando quien realmente emite gases de efecto invernadero no es el viajero, sino la aerolínea.
Y este concepto ha calado muy adentro del MICE, con aquello de “compenso mi huella”. Y no es que diga que eso este mal, que al contrario está muy bien que como consumidores y usuarios seamos conscientes y responsables con nuestras acciones. Lo que pasa es que no me acaba de cuadrar esto de “contamina otro y pago yo”, en vez de aplicar el principio de que “el que contamina paga” que estableció en 1972 en el Consejo de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos.
Y es que es muy probable que esta culpa autoimpuesta en realidad no nos esté haciendo mejorar y que la “compensación” se haya convertido en un placebo que nos permite permanecer en una postura de no evolución en la que nos despreocupamos de avanzar como civilización hacia un desarrollo realmente más sostenible, porque “compensamos”. Compenso peo no cambio, es lo que creo que nos está pasando.
En mi opinión, el MICE está dentro de un problema global en el que nos rodea tecnología que sencillamente ha quedado obsoleta en términos de desarrollo sostenible, y este problema no lo estamos provocando nosotros; sencillamente estamos dentro de él. Pero si no nos planteamos avanzar hacia un modelo de desarrollo con tecnología más sostenible, no estaremos en la solución y permaneceremos en el problema gracias a nuestras reiterativas compensaciones.
“Oiga, pero es que la tecnología emergente es más cara”. Y yo digo: “Claro que es más cara, porque es nueva y tenemos que hacerle un hueco a base de usarla”. Los eventos buscan innovar, sorprender, y a veces me quedo boquiabierto del dineral que somos capaces de gastar en la última innovación tecnológica para un stand. ¿Por qué no suele ocurrir lo mismo para llevar al evento lo último en sostenibilidad?
Obviamente seguiremos compensando, pero ese no debería ser nuestro objetivo ni parte del relato de sostenibilidad para el MICE, sino que lo que debemos hacer es buscar tecnología y proveedores que apuesten por las soluciones a nuestros problemas de sostenibilidad, y les ayudaremos a desarrollarse, y obviamente mientras no haya nada mejor seguiremos compensando (o al menos seleccionando aerolíneas que sean ellas las que compensen).
Y esto no sólo pasa con la compensación, sino también con el tema del “reciclaje”. Suelo preguntar a la gente si eso de reciclar les parece una actitud sostenible, y sin pestañear todo el mundo dice que sí. Yo discrepo.
En un modelo de economía circular, el reciclaje se inventó para reintroducir de nuevo en el sistema productivo materiales que, TRAS HABER RECIBIDO UN USO PROLONGADO, puede volver a tener valor como materias primas. Por ejemplo, una mesa, tras quedar inservible por los mil eventos por los que ha pasado, la entregamos a un reciclador que separa la madera, el metal y el plástico para que se puedan volver a fabricar más cosas sin necesidad de extraer nuevos recursos del ecosistema. Hasta aquí bien, pero que usemos este concepto para fabricar sin límite envases de un solo uso para bebidas o comida… eso ya es otra cosa.
Nuestro sector genera cantidades ingentes de envases de un solo uso para una acción tan sencilla como es beber agua, pero como luego damos por hecho que esos envases se reciclan por arte de magia, todo queda arreglado.
Pero viene Greenpeace y nos dice que en España apenas llegamos al 25% de reciclaje final de esos envases. ¿Y ahora qué pasa? Pues pasa que generamos basura para un vertedero o para una incineradora que jamás va a ser reciclada.
Claro que hay gente que esto de generar residuos de plástico no le gusta y piensa que empleando agua en cajas de cartón es más sostenible. El problema es que no se dan cuenta de que no es una caja de cartón sino un envase brik, y hasta donde yo sé el brik tiene plástico y aluminio, y su reciclado no es precisamente completo con la tecnología actual, por lo que parece peor solución que la botella de plástico.
Lo mismo pasa con las botellas hechas con plástico reciclado, ya que el problema no es usar plástico virgen o reciclado, sino seguir enquistados en utilizar envases de un solo uso, sean de brik, lata, plástico reciclado o virgen.
“Tenemos que entender que no es normal envasar el agua para beberla en un evento en donde tenemos la facilidad de girar un grifo y llenar una jarra de agua o una botella reutilizable. Para mí un evento en donde se generan residuos de envases de un solo uso es un evento que ha perdido calidad”
Tenemos que entender que NO ES NORMAL envasar el agua para beberla en un evento en donde tenemos la facilidad de girar un grifo y llenar una jarra de agua o una botella reutilizable. Esto ni es normal ni es hospitalidad. Nuestro público debe tener acceso a agua potable y de calidad, pero eso no pasa por gastar plástico y generar residuos de envases de un solo uso. El agua es simplemente H2O, salga de un grifo o de un manantial, y para mí un evento en donde se generan residuos de envases de un solo uso es un evento que ha perdido calidad.
Al final, en el reciclaje se esconde la misma trampa que en la compensación, que es que “el consumidor es el culpable” de no tirar el envase en un cubo para reciclaje, quedando el fabricante libre de culpa por no emplear envases retornables.
Ponernos en la solución a este problema implica usar nuestra opción de compra para hacer avanzar al sistema hacia un mundo de envases retornables o de verdad reciclables, como es el caso de los envases con depósito, devolución y retorno, en donde si se garantiza la reciclabilidad final. Los que hicisteis EGB seguro que os acordaréis de aquello del “casco” ;-D
El secreto está en activar “el propósito”
Acabaremos esta década siendo más sostenibles nos guste o no. La nueva era en la que ha entrado la Humanidad viene de la mano de un cambio en el modelo productivo para hacerlo de verdad más sostenible.
Los cambios legislativos, las políticas de desarrollo económico y sobre todo la conciencia de los nuevos consumidores harán que la sostenibilidad ya no sea cosa de outsiders, sino que el outsider será quien no sea sostenible.
Y en este contexto podemos subirnos ya a la ola y activar nuestro propósito de sostenibilidad o dejarnos llevar y querer subirnos al carro cuando éste ya haya salido.
Acabo de mencionar otra de las claves de la sostenibilidad que tenemos que trabajar en el MICE, “el propósito” o, dicho de otro modo, “querer o tener ganas de verdad”. Solo si las personas que toman decisiones tienen el propósito de ser sostenibles, los eventos acabarán siendo más sostenibles. Estos decisores los encontramos en varios sitios. A veces son los compradores de eventos (que deben tenerlo claro en el briefing), otras los ejecutivos de cuentas (que tienen que exigirlo a sus proveedores), otras los medios de comunicación (que deciden a qué acción es dan pábulo en sus artículos) y otras los usuarios (que deciden a qué eventos van a acudir).
El propósito es una llave mágica que tenemos que entender como el iniciador de todo, porque nadie toma decisiones sin un propósito concreto.
Otra de las cuestiones que no estamos entendiendo es que la sostenibilidad es un factor de competitividad y no de competición. Veréis, cuando somos sostenibles estamos mostrando que sabemos ofrecer un servicio completo y de calidad. Ese aporte de calidad hace mejor a nuestra empresa, y por ende más competitiva.
Ahora bien, querer ser sostenibles porque mis competidores ya lo están siendo y quiero saltar a la arena comercial con todos los sellos y marchamos que demuestren que yo también lo soy, eso es competencia, y nos aboca a depositar la sostenibilidad en el valor de los certificados. Y esto en la vida real no funciona así, ya que los certificados son acciones de comunicación de lo que estamos haciendo para ser sostenibles, y una empresa que no tiene ningún tipo de “sello” puede ser sostenible y competitiva como la que más.
Lo estamos viendo cada día con los destinos MICE, en donde los sellos de destino sostenible parece que se consiguen con una facilidad que realmente asombra.
“¿Sabéis cuál es la mejor certificación de sostenibilidad? La satisfacción del cliente, que ve cómo se le ha presentado una buena propuesta y un plan de sostenibilidad coherente, y llegado el día del evento ve cómo esa propuesta ha cobrado forma”
¿Sabéis cuál es la mejor certificación de sostenibilidad? La satisfacción del cliente, que ve cómo se le ha presentado una buena propuesta y un plan de sostenibilidad coherente, y llegado el día del evento ve cómo esa propuesta ha cobrado forma.
Pero para llegar ahí nos queda un poco más de camino que recorrer en esto de la sostenibilidad, y pasa por ponernos de acuerdo en un relato sostenible de la industria MICE que active el propósito de todos los actores implicados, toda vez que estos entienden qué es lo que realmente tienen hacer para satisfacer al cliente en este sentido.