JUAN MANUEL JIMÉNEZ SÁNCHEZ
Técnico Superior en Protocolo y RR. Institucionales. Especialista en protocolo deportivo
Desde hace unas semanas, la sociedad, que “no” el mundo del deporte, se ha visto salpicada por unos acontecimientos sucedidos en un palco presidencial de un evento deportivo, sin entrar a valorar lo que aconteció en el terreno de juego durante la premiación. Se puede entender por palco aquella zona de representación institucional, en todos los sentidos, donde debe imperar la diplomacia, evitando hacer ostentaciones de cualquier tipo. Por tanto, las acciones del Sr. Rubiales, estaban fuera de contexto.
La sociedad en la que vivimos, para bien o para mal, está fuertemente influenciada por las redes sociales, sustitutas de los medios de comunicación convencionales, y por la fuerte polarización política que hay en España. Por tanto, una vez que el asistente incurre en el error, la pena social no la quita nadie, incluso con disculpas sinceras, que siempre serán puestas en entredicho por el extremo contrario.
¿Qué debemos hacer para intentar paliar estas conductas? Evidentemente, aunque todas son reprochables, aquellas que llevan un componente soez, por decirlo de alguna manera, tienen más visibilidad y, por tanto, más castigo social. No podemos comparar los gestos del expresidente de la RFET en el palco de la final del mundial de fútbol, con los de Sandro Pertini en el palco del Bernabéu en el mismo evento, pero si podemos decir que ambas fueron incorrectas. Por tanto, considero que sería bueno que, en algún momento, tanto a las autoridades públicas, como a los principales cargos de representación, tanto de federaciones, empresas, etc. se les pudiera exigir pasar por unos mínimos de conducta antes de someterse al ejercicio del cargo.
Es complicado, porque nadie en la organización de un evento tiene potestad, ni agallas, para hablar con una autoridad o personalidad, con “fama” de poder hacer algún tipo de aspaviento en una zona noble, como es el palco, e indicarle una serie de normas de conducta. Quizás se podría mover en torno a la figura de los gabinetes, haciéndoles ver la importancia que tiene el indicar a sus cargos que cuenten hasta diez antes de hacer cualquier movimiento en una zona pública.
Aparte del barullo social que está suscitando la actitud de Rubiales, también se está hablando sobre si el protocolo es o no machista… Debo decir que en mi carrera laboral nunca he sentado a un hombre o una mujer, sino a cargos, con independencia de su sexo…
Con respecto al hecho que nos ocupa, el recientemente acontecido en Australia, por suerte, pienso que no está afectando tanto como podría (siendo consciente de que evidentemente ha afectado), ya que se ha focalizado todo en la figura de Rubiales y no en las instituciones públicas de España, como pueden ser la Casa Real, el Gobierno… Donde sí que considero que ha afectado, y mucho, es en el reconocimiento social que ha tenido la gran victoria del equipo español de fútbol, que se ha visto empañada, y de qué manera…