JAVIER AGUADO
Coordinador de Protocolo. Grupo Social ONCE
Se podría calificar con dos palabras: AUTÉNTICO DESATINO. Y entroncamos con otra cuestión: grave crisis de comunicación no resuelta.
Desde el punto de vista no solo del protocolo sino del saber estar, la actitud del Sr. Rubiales ha sido un despropósito, fuera de lugar e impropio de un señor que representaba a una Institución deportiva oficial y, en ese momento, era el máximo exponente del fútbol español en una competición deportiva de índole mundial.
Sobra decir que estaba SM la Reina y, por supuesto, ha de mantener el decoro por puro respeto… a ella y a todo el palco de honor.
Tras este dislate y, como decía en el inicio, salta la grave crisis de comunicación que el Sr. Rubiales y su equipo de asesores ¿¿?? no saben resolver.
Efectivamente, has de pedir disculpas, pero éstas han de ser creíbles y reconociendo el grave error que has cometido. Y, a continuación, pones tu cargo a disposición. Aquí se acaba la polémica.
Por supuesto que estas actitudes reprobables han de estar sujetas a un código disciplinario interno y a un manual de estilo que, al parecer, no figura en la biblioteca de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF).
Un responsable de protocolo, ante este tipo de actitudes, tiene poco margen de maniobra. Si acaso, tras la tempestad, ofrecerse como parte integrante del gabinete de crisis y, al menos, poder aportar ideas como, por ejemplo, que el presidente de la RFEF no aparezca en chándal; o que, por lo menos, tenga un fondo que no sea una fría sala de espera de un aeropuerto internacional.
Sinceramente, creo, que la Casa Real no se ha visto empañada por esta, insisto, inaceptable actuación. Como se suele decir, ‘él solito se ha retratado’.
Sí que es cierto que el Ministro de Cultura y Deporte actuó rápidamente para, al menos, dejar la ‘cara’ del Gobierno en funciones con buenos rasgos. Lo que ha venido después es pura batalla política que, evidentemente, no entra en esta ventana de opinión.
Lo verdaderamente triste y enojoso de todo este suceso es la penosa imagen que se ha dado al mundo y, ante todo, que el éxito sin precedentes que han tenido nuestras jugadoras ha quedado, al final, mermado por este suceso que no tiene precedentes.
Afortunadamente, a nivel individual, se les rendirán los homenajes y parabienes que se merecen, no por ser mujeres, si no por ser unas profesionales del deporte.