MARÍA DELFINA MARCO NAVARRO
Experta en Comunicación y Protocolo
(Artículo escrito antes de que Luis Rubiales presentase su dimisión el pasado domingo 10 de septiembre, por lo que se han actualizado algunas expresiones)
Sin duda me alegré por la victoria de la selección española femenina de fútbol. Merecen nuestro respeto y reconocimiento. Y resulta lamentable que su hazaña haya quedado empañada por lo acontecido.
En el momento de la entrega de medallas sentí incomodidad y sorpresa al ver cómo el ya expresidente de la Real Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales, propinaba tan a la ligera abrazos y besos a las jugadoras. En un entorno laboral conviene guardar las formas. Entre hombre y mujer es más adecuado estrechar la mano. Si esto me pareció inapropiado, pese a la euforia por el gran reto conseguido, el beso en la boca a Jenni Hermoso me dejó descolocada.
En el ámbito del protocolo, quien ejerce responsabilidades públicas en una institución o en una empresa, debe ser extremadamente cuidadoso y acertado con sus palabras, gestos y actos. Porque con ellos transmite un mensaje muy potente. Porque el cargo de ocupa representa a muchas personas y en determinados momentos, como es el caso, a todo un país.
Una de las principales características del protocolo es generar entendimiento desde el respeto y la buena convivencia. El protocolo pone a cada uno en su lugar, es decir, a la mujer en las mismas condiciones que el hombre. Por ello, todo cargo público, institucional o empresarial, atendiendo a los principios de igualdad de género, está obligado a mostrar equidad y respeto hacia todas las personas. El expresidente del organismo rector del deporte rey en España no lo hizo.
Desde el protocolo y la comunicación, y también desde el sentido común y la educación, resulta evidente que su comportamiento estuvo muy fuera de lugar. En el ámbito laboral, la Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres establece que “un contacto físico deliberado y no solicitado, abrazos o besos no deseados, acercamiento físico excesivo e innecesario son conductas constitutivas de acoso sexual”.
Evidentemente todos cometemos errores, somos humanos. Pero el mayor error es no saber pedir de inmediato una disculpa sincera, sentida, completa y efectiva. Al final eso es lo que distingue y dignifica a unas personas de otras.
Por otra parte, me parece excesiva la cobertura mediática que le están dando a este asunto. Rubiales tendrá que asumir la responsabilidad que le corresponda. Lo importante es que esto sirva para seguir avanzando en materia de igualdad de género. Y que este tipo de situaciones no vuelvan a producirse, ni en lo público, ni en lo privado.