ARANTXA VICEDO
Responsable de Eventos. Agencia Tarsa
Han pasado unas semanas desde que la Selección Española de Fútbol Femenina se proclamara Campeona del Mundo tras vencer a Inglaterra por 1-0 en el Accor Stadium de la ciudad de Sidney, Australia, un hito deportivo que no sucede todos los días y del que nada hacía presagiar que quedaría eclipsado por el comportamiento desmedido y conocido por todos del que fuera en ese momento su máximo represente.
Desde el punto de vista del protocolo, me ha parecido un comportamiento de tarjeta roja, desmedido e intolerable para el máximo representante de una federación deportiva tan importante como la RFEF, su cargo lleva consigo la ejemplaridad en el comportamiento, el respeto tanto al rival como al resto de personas que presenciaron la final tanto presencialmente como a través de cualquier otra plataforma, y esta cuestión brilló por su ausencia el pasado 20 de agosto.
El gesto en el palco de autoridades de llevarse las manos a la entrepierna para celebrar el gol de la victoria junto a Su Majestad la Reina y la Infanta Sofía que además estuvo acompañado por gestos efusivos y gritos, el posterior beso no consentido a una de las jugadoras durante la entrega de medallas o el comportamiento en el césped durante la celebración elevando sobre sus hombros a alguna jugadora ha mostrado al mundo para desgracia del fútbol femenino español la verdadera personalidad de Luis Rubiales.
Desde mi opinión profesional creo que la concatenación de errores en el comportamiento del señor Rubiales durante la final de Australia se podría haber mitigado o resuelto si en primera instancia hubiera realizado una comparecencia pública inmediata, medida, seria, con una perfecta etiqueta basada en estos ítems: una disculpa sincera a la jugadora Jenni Hermoso, al equipo y al país por su comportamiento, su arrepentimiento público por lo sucedido, su responsabilidad sobre lo sucedido en primera persona dejando atrás su orgullo y, por supuesto, su renuncia inmediata del cargo de presidente de la RFEF.
Nadie podemos saber si la gestión de crisis se hubiera hecho de una manera más eficiente se hubiera producido el enorme revuelo mediático y social que estamos viendo, pero de lo que si estoy segura es que su reputación actualmente estaría menos dañada.
Respecto a si estas conductas deben ser castigadas severamente bien como medidas judiciales u otras de carácter disciplinario, creo que toda conducta de violencia sexual en cualquier ámbito de nuestra vida debe de valorarse por un equipo de expertos que dictaminen en cada caso el nivel de consecuencias hacia la persona que las realiza. Es más, existe un reciente protocolo de violencia sexual de la RFEF, cuestión que nos lleva a vislumbrar que desgraciadamente no es la primera vez que ocurre, pero en esta ocasión se produjo delante de todo el mundo.
¿Los responsables de este tipo de eventos tienen la capacidad de evitar estas circunstancias o son situaciones que no se pueden prevenir ni controlar? Este tipo de circunstancias son complejas de evitar ya que en pleno siglo XXI es inimaginable que el presidente de una Federación Nacional de Fútbol tenga un comportamiento inaceptable durante la final de una copa del mundo, tal vez, por ello no hay que dar nada por supuesto en una profesión tan compleja y con responsabilidad mediática como la de organizador de eventos y prevenir recordando las normas de comportamiento o cortesía.
¿Que cuánto han empañado estos hechos la imagen de la Casa Real y del resto de instituciones españolas representadas en el palco? Sinceramente, creo que estos desagradables e inmerecidos gestos han empañado la imagen de todo un país que no es lo que queremos ser y así lo ha mostrado con su rechazo la sociedad española. A Casa Real por encontrarse junto al mencionado promotor de la polémica en el palco le ha tocado mucho más de cerca, disminuyendo su impacto ante el apoyo mostrado de Su Majestad la Reina y la Infanta Sofía y, por ende, al resto de representantes públicos presentes.
Todo lo que está aconteciendo, este fenómeno #MeeToo del fútbol femenino español y de gran parte de la sociedad de nuestro país, me hace valorar que aunque pensemos que vivimos en una sociedad totalmente igualitaria parece que todavía queda camino por recorrer. Para finalizar este artículo me gustaría compartir un chascarrillo anecdótico, al menos por esta vez, las incidencias en un palco de autoridades no tienen que ver con el protocolo de ordenación de autoridades.