RAMÓN PECHE VILLAVERDE
Presidente de la Asociación Española de Protocolo
«Los últimos días del verano todos se ponían muy tristes, tanto que Raquel sentía que ellos no volvían, sino que abandonaban, que se exiliaban de las buganvillas y de las adelfas, de los naranjos y de los olivos, del olor del mar y de los barcos del puerto, de las tapias encaladas y de las casas blancas, de las ventanas florecidas y la sombra de las parras, del oro del aceite, de la plata de las sardinas, de los sutiles misterios del azafrán y de la canela, de su propio idioma y del color, del sol, de la luz, del azul, porque para ellos volver no era regresar a casa, porque sólo se podía volver a España, aunque nadie se atreviera nunca a decir esa palabra».
ALMUDENA GRANDES
«El corazón helado» (2007)
(Aranjuez, 5 de julio de 2023)
93. Es el número de días que va a durar el verano de 2023, aunque esta cifra puede variar si consultamos fuentes astronómicas, comparamos datos meteorológicos o preguntamos a quien haya comenzado en este mismo instante sus vacaciones. El verano es una de esas épocas que anhelamos a lo largo del resto del año y que suele pasar rauda, aunque repleta de sensaciones añoradas, de nuevas vivencias y también de momentos dedicados al descanso y a la manida tarea de “cargar las baterías”: las físicas, las emocionales y las profesionales. Es época de serpientes informativas, de hacer nuevos viajes o de dejar de viajar, de planificar descansos y nuevas expectativas, de cierres y de inicios… Una época de fijos discontinuos, de sustituciones y relevos y de escasez de noticias, haciendo buena aquella vieja frase periodística: la noticia es que no hay noticias.
Nuestro cercano e inconmensurable mundo del protocolo también parece resentirse en estos meses. La palabra que nos une, nos congrega y nos representa aparece enmascarada con otro significado en los titulares informativos estivales: se actualiza el protocolo contra olas de calor para este verano… aprobados los protocolos higiénico sanitarios para campamentos veraniegos… protocolo de actuación en la operación salida… Pero nuestro sector no enmudece en esta época de calores extremos y colores chillones. Las escuelas y los cursos de verano ofrecen una amplia y surtida gama de posibilidades para actualizar conocimientos, completar nuestra formación o acometer aquella materia o tema a los que, la falta de tiempo nos impidió acceder.
Por otro lado, la mencionada escasez de noticias no parece afectar excesivamente a nuestro sector cuando, en determinadas fechas, celebraciones o conmemoraciones, resucitan viejas polémicas, la mayoría de las veces auspiciadas desde el ámbito político, que parecen poner en entredicho situaciones o actuaciones de índole protocolario o institucional, volviendo a ocupar tiempos y espacios en los medios de comunicación y en las redes sociales. Me refiero, por ejemplo, a las informaciones y opiniones que se han generado sobre la presencia de determinadas banderas, especialmente la bandera que representa al colectivo LGTBI, en los balcones o las fachadas de edificios que albergan entes e instituciones oficiales, como parlamentos, sedes autonómicas, diputaciones, cabildos, ayuntamientos…
Desde la aep hemos querido exponer algunos criterios y consideraciones al respecto, haciéndonos eco también de las múltiples consultas recibidas y de los artículos, denuncias y comentarios que han marcado una parte de la actualidad en estos días. En este sentido hicimos público un COMUNICADO, desde nuestra web y en redes sociales, cuyas ideas básicas les resumo.
En primer lugar, recordar que en nuestro país la Ley 39/1981 de 28 de octubre, regula el uso de la bandera de España y el de otras banderas y enseñas, complementado la normativa legal con lo estipulado en los Reales Decretos 441/1981, de 27 de febrero, y 1511/1977, de 21 de enero. La Ley indica que la bandera de España simboliza la nación; es signo de la soberanía, independencia, unidad e integridad de la patria y representa los valores superiores expresados en la Constitución. La Ley señala también la prohibición de la inserción en la bandera de España de cualesquiera símbolos o siglas de partidos políticos, sindicatos, asociaciones o entidades privadas, posibilitando que los colores que componen las tres franjas horizontales, roja, gualda y roja, sí puedan emplearse mientras no se incluya el escudo. Existen, además, otras disposiciones legislativas que regulan el uso de las enseñas en comunidades y ciudades autónomas, diputaciones, ayuntamientos y, por supuesto, organismos nacionales e internacionales, recogiendo en su reglamentación los lugares en los que han de ondear las banderas y las medidas que han de tener en cada circunstancia.
Ante estas consideraciones podemos señalar que las banderas simbolizan los más elevados ideales del grupo al que identifican, debiendo de recibir el obligado respeto y los máximos honores, sentimientos que será necesario preservar e inculcar a la ciudadanía. La bandera Arco Iris, del Orgullo o LGTBI, no tiene una norma que la establezca como señal oficial del movimiento, pero sí es la más utilizada, al igual que la bandera del Pueblo Gitano o Romaní se suele usar en actos públicos como el Día Internacional del Pueblo Gitano. También las Federaciones Deportivas regulan y ordenan las banderas de los equipos cuyo diseño y características son aprobadas previamente por los clubes que participan en sus competiciones.
Podríamos seguir enunciando normas o principios, pero lo importante en todo esto, insistimos, es el RESPETO por las creencias y por los símbolos que desde épocas prehistóricas el ser humano ha usado como forma de demostrar su pertenencia a un grupo. No en vano se dice que la primera bandera tal y como la conocemos hoy apareció en Cartago en el año 800 a.C.
Por ello apostamos por reivindicar, apoyar y sumarnos a muchas de las acciones llevadas a efecto como alternativa a los mástiles y balcones oficiales: iluminación de edificios, uso de carteles, globos, cintas o lonas en espacios cercanos a las banderas oficiales, mástiles independientes, colgaduras en balcones o ventanas cercanas o cualquier fórmula o medio técnico que consiga ese reflejo de visibilidad sin alterar o incumplir la norma. Solo convencidos de la utilidad comunicativa de esos elementos, acabaremos con el uso ilegal de los mástiles oficiales o con la exposición de banderas oficiales con diferentes iconos como quijotes, toros, flamencas o cualquier otro dibujo, sigla o logotipo.
Cerrábamos nuestro COMUNICADO reiterando nuestro posicionamiento al lado de los principios recogidos en nuestra Constitución, como el derecho a la libertad, a la seguridad y al respeto de las normas y las instituciones, posibilitando así también la necesidad de informar y comunicar.
Precisamente en esos términos, INFORMAR y COMUNICAR, incidimos de forma unánime en la reunión de la Junta Directiva de la aep, que tuvo lugar de forma virtual el pasado 28 de junio y en la que se trataron temas de indudable interés para la asociación. Esta presidencia repasó las acciones desarrolladas desde la Asamblea General del pasado 17 de abril en Sevilla que incluyen visitas y reuniones profesionales, conferencias, asistencia a entregas de premios, organización o intervenciones en jornadas y debates, firma de convenios, elaboración y distribución de comunicados y notas… En definitiva, más de una de una veintena de eventos y actividades que dan fe de la buena salud corporativa de la asociación pero que, a veces, no han tenido la repercusión mediática y comunicativa deseada. Por eso, culminado con la aprobación unánime de la Junta Directiva del proceso de selección abierto para cubrir la plaza de secretaria técnica de la aep, que a partir de ahora se tendrá también funciones en el ámbito de la comunicación, se intensificarán las acciones para llegar a los medios con efectividad, más veces, con contenidos que despierten interés y que incidan en esa deseada mayor visibilidad y en un aumento de la representatividad de la aep, como referencia corporativa y profesional a nivel nacional.
La Junta Directiva aprobó también el programa de actividades previsto para el último cuatrimestre del año, ampliando hasta el final del mismo los actos conmemorativos del XXX aniversario de la aep y posibilitando el acceso público a alguno de esos actos a profesionales que no estén afiliados a la asociación, en una más que necesaria campaña de captación de socios. El programa incluye además la firma o la ratificación de una docena de convenios con universidades, asociaciones profesionales, entidades e instituciones, para seguir incrementando servicios, ofertas y prestaciones para la masa social. Se incidió también en aumentar el número de socios corporativos, no solo por motivos económicos sino también por sus connotaciones sociales, profesionales e institucionales. Siguiendo la fórmula puesta en marcha en Sevilla, con indudable éxito, se convocarán asambleas generales para aprobar la actualización de los Estatutos y el régimen interno y para cerrar el ejercicio, acompañadas de interesantes propuestas para los socios como jornadas, seminarios o encuentros, en otras delegaciones territoriales. En dos de estas delegaciones, Canarias y Aragón, ahora desprovistas de delegada o delegado que las encabece, propiciaremos la oportuna convocatoria de elecciones para cubrir esas responsabilidades.
Me quedo, para terminar esta carta de estío, con la frase inicial de Almudena Grandes, recordada y querida narradora, que nos dibuja, con ciento veintiséis palabras, un retazo de verano en su novela “El corazón helado”, y nos recuerda la necesidad de no olvidar el pasado, de aprender de la Historia, de renegar del engaño y de afrontar con seguridad, convencimiento y ánimo renovado, el futuro. El ayer del mañana es el hoy y el tiempo, sea o no veraniego, no tiene vuelta de hoja. Aprovechemos cada segundo de este verano, como el personaje de la novela de Almudena Grandes, Raquel, que parece empezar un nuevo camino en la búsqueda de la justicia, la verdad y la reparación. En ese tipo de compromisos, más allá de los que aparan nuestra actividad corporativa y profesional, emplazaremos siempre los objetivos y las acciones de la aep, porque los profesionales del Protocolo también estamos obligados a defender los principios constitucionales que nos permiten actuar en una sociedad libre, democrática, tolerante, plural y solidaria.
¡Buen verano y buena suerte!