ALICIA SÁNCHEZ CAÑADAS
La expresión imagen personal es mucho más amplia que el simple concepto de vestido, pues hace referencia también al conjunto de rasgos físicos, gestos, movimientos, estilo al caminar, el tono de voz, la forma de mirar, etc… La imagen personal equivale en este sentido al estilo o tono vital.
Cuando una persona se presenta a otra sin necesidad de pronunciar una sola palabra está transmitiendo infinidad de datos e ideas. Se suele decir que el período más crítico en el encuentro entre dos personas son los cinco minutos iniciales; las impresiones creadas en este tiempo tenderán a persistir e incluso a ser reforzadas por el comportamiento posterior de esta persona, que además ya no será interpretado objetivamente, sino conforme a esas primeras valoraciones. No hay una segunda oportunidad para causar una primera buena impresión.
Muchas veces asociamos la imagen de cada persona con ciertos juicios y valores, de modo que nuestro inconsciente crea una especie de filtro que nos hace receptivos a los datos que coincidan con esa imagen y refractarios frente a los que no corresponden a tal esquema.
Voy a poner unos ejemplos: con mucha normalidad como si fuera algo lógico y natural, aceptamos que una persona cuya apariencia nos resulta desagradable haya cometido un acto delictivo, mientras que si la misma acción se imputa a alguien a quien consideramos un ejemplo de rectitud y nobleza no admitiremos su culpabilidad hasta que nos demuestren pruebas contundentes.
Otro ejemplo que me gusta poner, para demostrar que la imagen personal no se refiere sólo a tener un buen físico es el de un actor o actriz que no responde a los cánones de belleza estipulados por la sociedad actual, pero interpreta tan bien su papel en la película que estamos viendo que cuando esta termina nos sentimos “enamorados” del artista.
En términos generales podemos decir que la imagen personal es el resultado de al menos cuatro tipos de cualidades:
- Las propias condiciones físicas de nuestro cuerpo.
- Nuestras habilidades blandas (valores humanos)
- El lenguaje no verbal con el que se expresa.
- La indumentaria.
Habilidades blandas (valores humanos)
Respecto a estas cualidades, me encanta esta frase que decía D. Quijote a su escudero Sancho Panza: “Advierte Sancho, que hay dos maneras de hermosuras: una la del alma y otra la del cuerpo; la del alma campea y se muestra en el entendimiento, en la honestidad, en el buen proceder, en la libertad y en la buena conducta, y todas estas partes caben y pueden estar en un hombre feo, y cuando se pone la mira en esta hermosura y no en la del cuerpo, suele nacer el amor con ímpetu y ventajas…”.
Sería hipócrita o incierto escribir que a primera vista los humanos no nos sentimos atraídos por la belleza, puesto que es así.
Hoy en día el boom de la publicidad, los efectos de las redes sociales y los medios de comunicación han provocado una especie de catarsis. Desde la más temprana edad todos quieren ser los más guapos/as; están más en auge que nunca las operaciones estéticas y no me parecería mal siempre que esta “educación al culto por el cuerpo” fuera dirigida a potenciar esos valores tan importantes que todos llevamos dentro, pero que desafortunadamente parece que muchos los tienen “adormilados”.
El valor de la amistad, la alegría, el respeto, la tolerancia, la empatía, la paciencia, la sinceridad y un largo etcétera de estos valores serán lo que realmente distinguen a unas personas de otras. No hay que olvidar que el ser humano se compone de cuerpo más alma.
Una buena educación en valores es importantísima para que la imagen personal nos diferencie del resto de la sociedad y será lo que nos distinga a unos de otros, a esto lo llamaremos ENCANTO PERSONAL.
Cada uno debe conservar y defender su propia imagen y su propio modo de comportarse, pues será precisamente lo que dará buen resultado, le identifique y le distinga de los demás. No da buen resultado el intentar crear una imagen que obligue un esfuerzo continuo para mantenerla. La imagen sólo es auténtica si resulta natural, nunca debe ser fingida.
El lenguaje no verbal
Caminar con elegancia, es uno de los atributos fundamentales de una persona con estilo. Por el contrario, caminar con los hombros caídos, dando grandes zancadas produce una imagen negativa.
La postura de nuestro cuerpo debe tender siempre a la comodidad y a la tranquilidad, de modo que transmita una imagen segura, sin tensiones ni rigideces.
El estilo se pone también de manifiesto al sentarse. Como norma general y salvo situaciones de mucha confianza, no debemos hundirnos en la butaca. Lo correcto es mantener la espalda recta contra el asiento.
Los gestos no deben ser excesivos, los movimientos deben guardar una proporcionalidad.
La mirada es muy importante a la hora de relacionarnos, las pupilas se dilatan cuando algo nos atrae. En muchas ocasiones nuestras palabras dicen una cosa, pero nuestros movimientos o expresiones faciales dicen lo contrario. De ahí la importancia de haber potenciado desde jóvenes el valor de la sinceridad, si la creamos como habito de conducta siempre nos saldrá de una forma natural y espontánea.
“Vuestro rostro mi señor, es un libro donde los hombres pueden leer extrañas cosas”. Frase que puso Shakespeare en boca de Macbeth.

La indumentaria
Los antropólogos y en general los estudiosos del comportamiento humano enumeran al menos tres razones para explicar la motivación que llevó al ser humano a cubrir su cuerpo con pieles y ropajes:
- El pudor.
- La necesidad de protegerse del frío.
- El deseo de mejorar la apariencia externa.
Ivonne Deslandres: “A primer golpe de vista el traje anuncia el sexo, la función u ocupación, el rango social, y en muchos casos el origen étnico de quién lo lleva”. (Deslandres fue escritora, archivista e historiadora de arte francesa; se especializó en vestuario y adorno. 1923-1986)
La moda, entendida como la preferencia del gusto personal sobre la pura necesidad, había surgido en Europa a finales del S.XIV. Hasta entonces las variaciones en las formas de las prendas eran debidas a factores sociales o económicos.
Con la moda comenzaron a producirse periódicamente cambios en los trajes, menos ligados a la necesidad que a la búsqueda estética. El nacimiento de la alta costura, en el periodo de entre guerras marcará el culmen de este fenómeno. Tras la II Guerra Mundial, con la irrupción del pret a porter, las clases medias y populares accederán a la moda y con ella a placeres, usos y costumbres reservadas hasta entonces a la nobleza y a la burguesía.
Pienso que la moda no debe ser seguida con rigidez, ya que ello denotaría una absoluta falta de criterio, aunque también sería un grave error ignorarla; puesto que la moda es un fiel reflejo de la forma de vida de la sociedad en la que vivimos.
Lo recomendable sería buscar el equilibrio entre la propia decisión personal o personalidad, la elegancia, la naturalidad y la sencillez.
Elegancia es una palabra que procede del termino latino eligere por lo tanto se es elegante en cuanto se ha tenido la oportunidad o posibilidad de conocer y seleccionar.
Existen otras definiciones de elegancia que acentúan aún más la discreción en el vestido.
Me gusta mucho lo que escribió el novelista y critico francés Marcel Proust ((1871-1922): “Se podría hablar del silencio de la ropa, del maravilloso silencio del vestido, el momento en que el cuerpo y el vestido son uno sólo, cuando uno se olvida completamente de lo que lleva, cuando el vestido ya no habla y te sientes tan cómodo vestido como desnudo, ¿no será esa la elegancia, el olvido total de lo que llevamos puesto?”.
Esta definición es desde mi punto de vista una de las más acertadas, cuantas veces no habéis acudido a un evento con algún atuendo con el que no os habéis sentido cómodos/as y por ese motivo no habéis podido disfrutar.
Por este motivo es muy importante conocer bien nuestro cuerpo, nuestra personalidad para acertar con el vestido en todo momento. Se puede ir con comodidad y con el dress code sugerido.
Afortunadamente el buen gusto es independiente de las posibilidades económicas de cada uno. Hay muchas personas que consiguen con poco dinero una presencia más elegante que otras que pueden adquirir prendas de elevado valor, pero no son capaces de elegir o combinar aquellas que realmente favorecen a su imagen.

Qué entendemos por ‘dress code’
Dress code o código de vestimenta es una serie de reglas adoptadas socialmente que especifican la manera correcta de vestirse en determinadas situaciones. La mayoría de las veces estas normas no están escritas, prima el sentido común; aunque hay unas reglas recogidas en los manuales de protocolo y ceremonial que si están escritas.
Los dress code básicos
White Tie: El hombre viste frac y las mujeres traje largo. Es la máxima etiqueta.
Black Tie: El hombre viste esmoquin Suelen ser eventos de noche, la mujer debe ir con vestido largo.
Formal: Traje oscuro y corbata para el hombre y la mujer traje de cocktail y por las noches en alguna ocasión traje largo.
Cocktail: Se puede usar tanto de mañana, tarde o noche. Para el hombre usará traje, siendo opcional usar corbata. Las mujeres vestido o traje pantalón.
Casual: En este caso no hay muchas reglas. Pero el sentido común será el que nos de las pautas, podemos guiarnos si es de día o por la noche, y el lugar donde es el evento.

Para estas fiestas en cenas familiares o con amigos en las que no exista una invitación formal escrita en la que indique el dress code, hay que tener en cuenta la comodidad, los complementos que pueden dar un toque más festivo a nuestro atuendo. Sin olvidar nunca “el menos es más” huyendo de la excesividad.
“La simplicidad es la clave de la verdadera elegancia” (Coco Chanel).
Feliz navidad a todos los lectores y amigos de la REVISTA PROTOCOLO.