SUSANA GUINDO ARIAS
Directora académica de ESSPEC
Tras la vuelta de los grandes eventos presenciales como FITUR queda patente que si hay un sector en constante evolución que ha sabido adaptarse ése es el de los eventos. Pese a ser uno de los más castigados por la pandemia, ¡sobrevive!
Desde ese 13 de febrero de 2020 (fecha difícil de olvidar para todos los que de una manera u otra organizamos, colaboramos o disfrutamos de los eventos) en la que se suspendía en España el primer gran congreso, el Mobile World Congress de Barcelona, hasta hoy, parece que hubiera pasado una década.
Tras una pandemia que ha golpeado el sector como nunca había ocurrido en la historia, los esfuerzos que los profesionales han hecho para poder adaptarse y continuar creando experiencias, generando emociones y sorprendiendo, son dignos de elogio. Han sabido crecerse frente a las adversidades y han demostrado ser uno de los sectores precursores en la adaptación a la nueva realidad.
Los eventos digitales e híbridos, que hasta 2019 se veían como una posibilidad a futuro, de repente irrumpieron en nuestras vidas sin previo aviso. Pasaron de ser los “eventos del fututo” a los “eventos del presente” en cuestión de semanas, de meses.
Podríamos tomar como referentes del cambio esas primeras grandes galas digitales que vivimos en 2021 como los premios EMMY o los Globos de Oro. Nos dejaron momentos inolvidables en forma de premiados recibiendo los galardones de manos de representantes de la organización ataviados con EPIS, premiados en pijama, comiendo pizza o luciendo sus mejores galas en el salón de su casa. Pero más allá de las anécdotas, destacaría la capacidad que tuvieron para transformar eventos con un formato muy tradicional y definido a lo largo de los años en nuevas experiencias. Posiblemente faltó mucha de la emoción de los presenciales, pero lo importante es que consiguieron, en tiempo récord, reinventarse. A partir de ese momento, y pese a las dificultades organizativas, hemos podido disfrutar de Juegos Olímpicos y Paralímpicos, entregas de premios como los Princesa de Asturias, la Copa América o festivales musicales como el Starlite de Marbella, por citar algunos.
Desde esos comienzos hasta hoy, se ha continuado evolucionando para poder seguir organizando eventos, cada vez más parecidos a los que estábamos acostumbrados, pero aplicando nuevos protocolos.
Por supuesto, no ha sido fácil. Formación, inversión, creatividad, ingenio, audacia… los calificativos que aplicaría son infinitos, así como mi admiración hacia todos aquellos profesionales que, pese al parón de actividad, decidieron no rendirse y buscar alterativas.
En estos momentos esa evolución es más llamativa, sin duda, que en otras ocasiones. Sin embargo, creo que es justo destacar que este comportamiento flexible, innovador y comprometido con la realidad, no es nuevo. Llevamos años observando cómo se adaptan a las nuevas necesidades de los clientes, a las modas, a las nuevas tecnologías y dando pasos de gigante hacia la sostenibilidad.
No sé si el futuro de los eventos será híbrido o será de nuevo presencial. De lo que si estoy segura es de que seguirán formando parte de nuestras vidas.