CARLOS FUENTE
Director de ISEMCO y vicepresidente del Observatorio de Protocolo
Artículo publicado en su blog ‘carlosfuente.es’
La pasada semana se generó una nueva polémica protocolaria sobre el texto de la placa que el rey descubrió en la inauguración de la nueva sede del Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación en la Plaza del Marqués de Salamanca de Madrid, una vez concluido el proceso de rehabilitación del edificio. Algunos medios de comunicación se han hecho eco de la cuestión y ha sido la comidilla en diferentes foros y círculos de profesionales. El fondo del debate estaba en que la placa hacía alusión a Su Majestad el Rey (sin añadir Felipe VI de Borbón o Felipe VI de España o Felipe VI a secas), y en cambio sí aparecía el nombre completo del ministro, José Manuel Albares Bueno.
La política que al respecto sigue actualmente la Casa del Rey en su conjunto es la de utilizar en placas la expresión de “Su Majestad el Rey” o “Sus majestades los Reyes”, pretendiendo con ello no personalizar, sino institucionalizar la presencia del jefe del Estado. Entendiendo y respetando esta decisión y sus razones, suponemos que avalada por el propio monarca, consideramos “errática” esta posición.
Pienso que debe añadirse el nombre, primero por razones obvias: si la placa tiene vocación de permanencia en el lugar no debemos someter a los futuros lectores a la obligación de tener que averiguar qué rey había el 20 de enero de 2022. En segundo lugar, porque la gente de la calle no lo entiende (el protocolo que no se entienda debe evitarse o razonarse). En tercer lugar, porque al propio jefe del Estado le conviene personalizar determinadas situaciones en gran labor reconocida de trabajar por un país moderno y en convivencia. Y en cuarto lugar porque ahora mismo puede generar confusiones a la gente de la calle.
Un solo rey
España tiene ahora mismo un solo rey, Felipe VI, pero hay otro rey honorífico (que no es jefe del Estado), pero que conserva el tratamiento de Su Majestad, aunque con honores de príncipe y precedencia por detrás de su nieta la infanta Sofía. Conviene matizar que, cuando en las placas aparecen los dos reyes honoríficos, se utiliza la expresión el “rey don Juan Carlos o la reina doña Sofía”, evidentemente sin numeral porque ya no es Juan Carlos I sino simplemente el rey Juan Carlos, igual que la infanta es la infanta Sofía.
Juan Carlos I, siendo rey titular casi siempre utilizaba en las placas su nombre, y en alguna ocasión hemos visto placas con el nombre de Felipe VI. Ahí encuentro una primera incoherencia histórica, pero cada monarca tiene sus singularidades que hay que respetar. Pero insisto que el rey es Felipe VI y debería añadirse a estos testimonios protocolarios.

La “torpeza” del ministerio
Desde luego, lo que no es de recibo, es que, a falta del nombre del monarca, el ministro ponga su nombre. Me parece fuera de lugar un “ego” que debería haber evitado. Para la historia ¿qué importancia tiene quién era ministro en ese momento? Ha de tenerse en cuenta que es un edificio público de la administración central, y cuya renovación además no fue iniciada precisamente por el máximo mandatario de Exteriores, sino por sus antecesores. Sencillamente nos parece de muy mal gusto.
Mi apreciado amigo, Fernando Ramos, estudioso en nuestras materias, decía en un foro -y lo suscribo en gran parte- lo siguiente: “El argumento de que en una placa como ésta no es preciso poner el nombre del rey, pero sí el del ministro cae por su base. En el primer caso, se dice que es evidente que por el hecho de que todos sepan quién es el rey en este momento por la fecha de la placa, huelga poner su nombre. Ergo, también sobraría el del ministro por idéntica razón, ya que en esa fecha el ministro es el citado. Además, desde tiempos de Alfonso XIII existen diversas placas en las que se hace constar con nombre del monarca, más el añadido que corresponde a Su Majestad Católica (q.D.g.). Hay placas de inauguraciones del ahora mal llamado rey emérito, cosa que no existe, puesto que únicamente tiene el tratamiento de honorífico, donde figura el nombre del monarca abdicado. Cierto que en el reinado de Felipe VI en las placas al uso se suele pone simplemente “El Rey”. Pero choca lo comentado en este caso”.
Otras situaciones
Por otra parte, hay a veces situaciones que nos chocan como en esta placa que descubrió la princesa, en presencia de sus padres y su hermana Sofía –en la aldea de Asiegu, en los Picos de Europa, en el Principado de Asturias, Premio Pueblo ejemplar de Asturias 2019– donde se hacía alusión a Sus Majestades los Reyes, Princesa de Asturias y se añadía en cambio la infanta Sofía. Claro que en este caso es obligado poner Sofía porque tenemos más infantas. Pero el resultado final queda extraño.

Es curioso porque en alguna vez hemos visto placas con el nombre de Felipe tanto siendo príncipe como rey, como el caso que se ilustra a continuación.

Me consta que desde hace algunos meses la Casa de Su Majestad está estudiando el asunto y entiendo que precisamente ahora se necesite un tiempo para que no se relacione con esta polémica del ministerio. Dicha Casa se muestra muy sensible a las opiniones que se han generado y en su voluntad está en encontrar la opción buena que aglutine la institucionalidad y la personalidad. Los sucesivos responsables de protocolo que ha tenido el rey son grandes profesionales, con una alta sensibilidad al respecto y estamos convencidos que encontrarán la solución adecuada.
No obstante, y doy fe de ello, en todas las placas donde aparece el rey se mantenía la denominación institucional y la fecha, evitando la mención nominal de cualquier acompañante que pudiera haber en invitaciones o placas. El contraste que supone no incluir el nombre del rey y sí el del ministro -probablemente ni siquiera él fue consciente, sino alguno de sus “entusiastas” colaboradores- genera la polémica que no existiría de haberse evitado.
Matizaciones
Por otra parte, es cierto, que hay que matizar que no hay dos reyes y que de ello podría derivarse la necesidad de identificarlos por su nombre. No es así. En términos constitucionales sólo hay un rey. Lo que pasa es que a Juan Carlos se le mantiene el tratamiento de Su Majestad aún cuando sus honores y precedencias no sean las propias de un jefe de Estado.
Los términos y menciones tienen una relación directa con el momento histórico en que se adoptan y puede entenderse que en el inicio del reinado de Felipe VI, era aconsejable referirse a S.M. el Rey con la imagen de nuestro rey desvelando la placa y la fecha estampada. Ahora, casi ocho años después, podría abrirse el debate al albor de las circunstancias. En el proceso de reflexión, hay que hacer primar el criterio institucional (la Constitución como referente), la dimensión histórica, la conveniencia política (ojo a la connotación Felipe VI en Cataluña ligada a Felipe V), la atenuación de los egos personales de los políticos y la dimensión exterior.
El rey Felipe VI
Escribo esta nota sin ánimo de interferir las decisiones de la casa, pues no soy nadie para eso, ni es mi intención. Pero desde el punto de vista de la calle, España necesita constantemente relacionar al rey con Felipe VI, o a los reyes con Felipe y Letizia. A la historia no va a pasar el rey, sino el rey Felipe VI.

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