RAMIRO FERNÁNDEZ ALONSO
Psicoesteta
El filósofo y ensayista José Ortega y Gasset, en su manuscrito póstumo ‘Origen y epílogo de la Filosofía’, señala: “Elegante es aquel hombre que no hace o dice cualquier cosa, sino que hace lo que hay que hacer y dice lo que hay que decir”. Desde el punto de vista de la psicoestética, la elegancia se refleja en aquellas personas que saben coordinar el corte del cabello, el peinado, el vestido, la figura y la personalidad.
Y si tuviéramos que personalizar en alguien que cumpla todos estos atributos en nuestro país, sin duda alguna esa estampa es la del rey Felipe VI.
Lamentablemente hoy, en pleno siglo XXI, la moda ha arrinconado a la estética. Esto se palpa en la imagen de los deportistas y más concretamente en la de los futbolistas, líderes difusores de tendencias, algo que se ve en infinidad de eventos a los que asisten, sin contar, por supuesto, sus innumerables presencias en los terrenos de juego.
Y es que, con el paso de los años, en la era de la globalización en la que vivimos inmersos, el poder creciente de la industria de la televisión y ahora el apogeo indiscutible de Internet y las redes sociales, ellos, los futbolistas, han relegado a músicos, actores y a todo tipo de artistas, algo que ha influido también en no pocas pautas a seguir en el mundo del protocolo en general y de los eventos deportivos en particular.
A nadie se le escapa que el 95 por ciento de los jugadores de fútbol lucen el mismo estilismo: el pelo rapado en parietales, temporales y nuca y el cabello algo más largo en la bóveda craneal. Eso sin entrar a valorar complementos como tatuajes o piercings.
Considero un imperativo que nadie debe olvidar (y más aún en esta sociedad tan cambiante y competitiva) la necesidad de conocerse a uno mismo, de tener una coherencia variable acorde a cada momento de nuestra vida y, ante todo, de adaptar la moda a nuestra personalidad. Ahí radica la elegancia, esa distinción que también contribuye a que las celebraciones resulten más o menos exitosas.
Eventos y futbol; fútbol y eventos. ¿Qué les voy a contar? Más allá de las muchísimas e imprescindibles técnicas de organización existentes (todos los domingos se celebran en el planeta decenas de miles de actos deportivos) en todos y cada uno de ellos vemos una muy creciente preocupación por el cuidado de la imagen de sus protagonistas, tema que daría para otro artículo.
Inolvidables años con La Roja
Es algo que he tenido la suerte de vivir en primera persona desde hace mucho tiempo. En mi libro ‘De los pies a la cabeza. Mis vivencias con el fútbol y la Roja’ repaso muchos de los momentos que, por fortuna, experimenté durante los 28 inolvidables años en los que acompañé y asistí a todos los miembros de la Selección Española de Fútbol, desde jugadores y entrenadores hasta directivos, médicos, fisioterapeutas, utilleros y resto del staff técnico. En esta publicación recuerdo los cinco mundiales y los seis campeonatos de Europa a los que acudí para atenderles en las concentraciones, además de otros desplazamientos con motivo de partidos amistosos o de clasificación.
Varias generaciones de futbolistas y entrenadores con los que guardo una profunda amistad y agradecimiento. Y a través de todos ellos he visto cómo los eventos ganaban en armonía estética gracias al meticuloso esmero que sus protagonistas dedicaban al cuidado de su imagen.
Siempre he defendido que soy el peluquero más afortunado de España y que viajar es cultura. Y ellos, los futbolistas de élite, están al día en modas, tendencias, estilos y productos cosméticos. A mí me obligaron, sin querer, a estar tremendamente actualizado. Soy un estudioso de mi profesión, tan sumamente ligada al mundo de los eventos. Con ellos jamás hablé de fútbol, al igual que tampoco lo hago con los clientes de mi salón de peluquería que tengo en Oviedo, a cincuenta metros del reconocido Hotel de la Reconquista. A mí me gusta analizar y abordar las posibles anomalías que la
persona que tengo delante pueda tener en su cuero cabelludo o en la piel facial. Y aconsejo, oriento, sugiero… pero jamás impongo.
Todos sabemos que el león es el mismo león ahora que hace tres mil años. Pero el hombre de hoy nada tiene que ver con el de la época de los romanos o del Renacimiento. El hombre es un ser cambiante que está en constante mutación y que busca singularizarse a través de su peinado, vestido y personalidad, porque también sabe que cuanto más se abandona uno, más le abandonan los demás y, quien cuida su imagen demuestra creer en sí mismo.
En este sentido, me gusta recordar esa afirmación de muchas personas que consideran que el perro es el mejor amigo del hombre. Desde mi punto de vista, no es el perro, sino el espejo, porque éste no miente nunca. De ahí que, en general, no nos guste mirarnos en él porque, aunque no hable, nos dice la verdad. La verdadera elegancia, la que trasciende sobre efímeras apariencias, nace y crece cuando la cultiva el alma y contribuye, sin duda, a que los eventos luzcan con más o menos brillo.