Por JUAN LUIS FUENTE
Javier Pinilla Peñarrubia (Lorca, 12 de octubre de 1980) es una de esas personas que muestra un amor extremo por la ciudad que le vio nacer. “Lorca, para vivir y Lorca para morir”, asevera el jefe de Equipo de Protocolo del ayuntamiento de esta localidad, una persona entregada, honesta y absolutamente leal a sus principios, a sus convicciones y a su localidad. Comenzó en la profesión hace 13 años motivado por su compromiso con su tierra, su historia y sus símbolos, así como por su vocación de servicio público. Es funcionario de carrera desde hace un cuarto de siglo y le encanta leer, navegar, pescar, salir a andar y, sobre todo, disfrutar de su familia. Asegura que el terrible terremoto que padeció esta ciudad en 2011 generó una etapa “extremadamente intensa en su ayuntamiento en materia de protocolo”.
Lorca, preciosa ciudad… pero no puedo olvidar el terremoto que padeció ese fatídico 11 de mayo de 2011. ¿La ciudad se ha recuperado del todo o queda mucho pendiente?
Se ha recuperado casi al cien por cien y de un modo ejemplar. Se puede afirmar que, tras el largo proceso de reconstrucción, la Lorca de hoy es mejor que la del 2010. Y es que, a pesar de no ser fácil, los gobernantes locales supieron hacer de la desgracia una oportunidad.
Saco este tema porque seguro que esta desdicha afectó mucho a la actividad protocolaria del ayuntamiento de la ciudad. Visitas institucionales de todo tipo, cientos de actos benéficos… El trabajo en materia de protocolo tuvo que volverse frenético. ¿O me equivoco?
Ciertamente, todos los servicios municipales tuvieron que afrontar una etapa durísima de mucho trabajo: urbanismo, protección civil, servicios sociales, policía… En materia de protocolo fue una etapa extremadamente intensa que tuve la oportunidad de vivir en primera persona. La desgracia puso a Lorca en el punto de mira internacional institucional, político, social y mediático. Miembros de la Casa Real nos visitaban con asiduidad o nos convocaban para conocer de cerca el proceso de reconstrucción. Se sucedían visitas institucionales de primer nivel a diario y las organizaciones culturales, deportivas y sociales más importantes de España realizaban actos en beneficio de Lorca que había que coordinar. Por aquí pasaron personalidades relevantes de todos los ámbitos y debo decir que todos lo hicieron para intentar contribuir. Dentro de la dureza del momento, pues salíamos a trabajar con las paredes de nuestras casas desquebrajadas, en los mejores casos, fue una etapa inolvidable y que sin duda me curtió como profesional del protocolo y también como lorquino.
En este sentido, tengo que hacer una mención especial a la persona del entonces alcalde, don Francisco Jódar Alonso, a quien Lorca nunca podrá agradecer tanto acierto, trabajo y desvelos. Tanto es así que la propia tensión acumulada de los momentos vividos le ocasionó un serio problema de salud por el que tuvo que ser ingresado de urgencia, y allí, en el hospital recibió una visita muy especial, la de la Reina doña Sofia, que enterada de lo sucedido quiso tener ese bonito gesto con el alcalde de España en aquellos momentos.
Dejando a un lado este asunto, ¿cómo es tu día a día respecto a tus principales obligaciones en materia de protocolo?
Si algo distingue a mi profesión es que cada día es diferente. Ninguno es igual que otro y eso para personas inquietas como yo resulta apasionante. En una jornada se suelen alargar la mayoría a las tardes, cabe de todo: horas de despacho, planificación, diseño de actos, pero también, visitas y actividad fuera del consistorio.
¿Qué es lo que más te define como profesional del protocolo?
Sin duda alguna mi compromiso con Lorca y con la institución a la que sirvo. La Ciudad del Sol es la tierra que me vio nacer y provengo de una familia muy vinculada al devenir y a la historia de esta tierra. Muchos de los que me han precedido en el tiempo han tenido responsabilidades para con esta ciudad y eso te obliga y te compromete mucho. Adoro mi ciudad, la llevo grabada en mi corazón y creo, sinceramente, que no podría vivir en ningún otro lugar. Por ello, a pesar de los errores humanos que pueda cometer, pongo mucha pasión y lo mejor de mí en todo lo que hago profesionalmente cada día.
“Actualmente, nuestro ejercicio profesional anda algo desvirtuado en las administraciones públicas, donde la política lo ha impregnado todo en exceso y hasta quiere adueñarse también del protocolo”
¿Crees que el protocolo municipal tiene el reconocimiento que se merece?
Creo que actualmente el ejercicio profesional del protocolo anda algo desvirtuado en las administraciones públicas, donde la política como casi en todos los ámbitos lo ha contagiado demasiado. Un profesional del protocolo trabaja para la entidad a la que sirve, defiende sus símbolos, la precedencia de sus representes conforme a la costumbre y al ordenamiento jurídico, pero no es un político por muy cerca que se les vea de ellos. Los mayores problemas a los que nos enfrentamos los verdaderos profesionales del protocolo es cuando la política se inmiscuye en el protocolo y lo politiza, poniendo incluso a veces al frente de estos departamentos a personas que podrán saber algo de política, que lo dudo, pero que nada saben de protocolo. Estas cosas son desgraciadamente cada vez más comunes y la falta de profesionalidad y de conocimiento genera problemas y tensiones totalmente innecesarias que acaban dañando las relaciones institucionales y la propia imagen de las mismas.
Por otro lado, la realidad de que el ayuntamiento es la administración más cercana al ciudadano hace que muchos de sus actos sean más cercanos y menos rígidos, otorgándosele un peso especial a la costumbre inveterada del lugar, que se dice, y a la tradición, lo que requiere, a menudo por parte de los profesionales, un verdadero ejercicio de equilibrio entre la usanza y la ley. Para terminar, y volviendo a la pregunta, hace falta un poco de pedagogía para trasladar a la sociedad que el protocolo es mucho más que una primera fila u ocupar el sitio más destacado en cualquier celebración. El protocolo es la forma más elegante, eficaz y noble de comunicar y de relacionarse. Es la forma y el fondo que queramos darle a la institución. Es la referencia a lo que fuimos y el testimonio actual de lo que somos.
Por cierto, ¿los vecinos de tu ciudad entienden qué es esto del protocolo y, en concreto, el que desarrollas en tu ayuntamiento?
Hay de todo. Muchos, quizá la mayoría, piensan en el protocolo como algo muy ligado a las fiestas y a los sitios reservados. Luego están, y son los peores, los que se consideran “expertos” y como tales hacen gala de una valiente impertinencia, pero por regla general en Lorca las personas son respetuosas con todo, y con el protocolo también.
¿Tenéis en Lorca un reglamento propio de protocolo?
No, no lo tenemos. Estuve trabajando en esa idea un tiempo, pero para ser sincero, lo dejé aparcado cuando iba ya bastante avanzado. Tengo mis dudas sobre si ese documento puede ser útil o causar más problemas. Está claro que el protocolo no debe ser ni entenderse como algo rígido, y esos reglamentos pueden ocasionar problemas cuando haya cambios no contemplados en el mismo por exigencias propias del guion. Además, en los pueblos y ciudades donde la costumbre y la tradición son de algún modo garantes del protocolo, hay que tener mucho cuidado con este tipo de documentos, con la solvencia de sus contenidos y, sobre todo, con que los mismos nazcan desde el consenso total, algo para lo que se tienen que dar los mimbres que yo no veo en este tiempo a nivel social, cultural ni político.
“Tengo mis dudas acerca de la eficacia de los reglamentos locales de protocolo. A veces ocasionan problemas cuando hay cambios por exigencias del guion no contemplados en estos documentos. En Lorca no lo tenemos”
Tuviste la oportunidad de formarte académicamente en protocolo y organización de eventos. ¿Qué opinas de los estudios universitarios que se ofrecen en España? ¿Debería exigirse ya una titulación (oficial o no) en protocolo para acceder a cargos públicos relacionados con esta materia?
Totalmente. Es bueno que haya un grado en protocolo y que se imparta en la universidad pública, voy a más. El conocimiento dota a los profesionales de un mayor respeto y su exigencia pondría más difícil el intrusismo político, que siempre busca más el interés partidista que el bien por la institución en la que trabajan.
¿Qué opinas del Real Decreto de Precedencias? ¿Hay que actualizarlo?
Gracias a Dios se aprobó en 1983 y es fruto de aquel tiempo en el que el consenso era posible. Quizá el paso de los años, el nacimiento de nuevos organismos y el auge que han adquirido las comunidades autónomas, multiplicando sus competencias y con ellas proporcionalmente su poder, lleva a que a veces se muestre incompleto o que no se ajuste totalmente a la realidad actual, pero, a pesar de todo, ahora mismo no se podría plantear cualquier modificación del mismo. Ni habría acuerdo, ni saldría bien.
¿Cuántas horas trabajas al día? ¿Y cuántos fines de semana tienes enteros para descansar? ¿Recomendarías tu trabajo a la gente joven?
Es difícil sacar el computo diario de las horas de trabajo que se tiene o se requiere en esta profesión, pero la media sale alta. Uno sabe cuándo empieza, pero no cuándo acaba. Generalmente en las festividades las horas se multiplican. ¿Los fines de semana? Depende de la época del año, pero raro es que haya alguno totalmente libre. En cuanto a si lo recomiendo a la gente joven, sí, siempre que exista vocación.
¿Un consejo para los legos en protocolo?
Aquello de San Lucas: “Dijo entonces Jesús: cuando te conviden a una boda no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú y el que te convidó te dirá: cédele el puesto a éste y entonces avergonzado irás a ocupar el último lugar”. También es posible “que el que te convidó, te diga: amigo, sube más arriba y quedarás bien delante de todo el mundo”. El Evangelio es para mí el libro que esconde la mayor sabiduría y hay diferentes pasajes y asertos que están estrechamente ligados al protocolo.