SUSANA GUINDO ARIAS
Directora académica de ESSPEC
La cumbre de la Unión Europea con la Unión Africana celebrada la semana pasada en Bruselas ha sido escenario, una vez más, de un incidente bochornoso, machista y de mala educación. Una situación que tristemente ha eclipsado por completo una cumbre en la que lo que debía ser lo importante: los acuerdos alcanzados no han sido titular en ningún medio de comunicación.
En esta ocasión, el protagonista fue el ministro de Asuntos Exteriores de Uganda, Jeje Odongo. Durante los saludos protocolarios y el posterior posado para la foto, decidió pasar de largo sin estrechar la mano ni saludar a Úrsula Von de Leyen, presidenta de la Comisión Europea. Un leve gesto de saludo con la cabeza a Von der Leyen precedía al fuerte apretón de manos con el que Odongo saludaba afectuosamente a Emmanuel Macron y Charles Michel, presidente del Consejo Europeo.
Un desaire de tintes machistas ocurrido ante la pasividad del presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, que recuerda a un episodio anterior.
Y es que ésta podría haber sido la ocasión perfecta para que el presidente del Consejo Europeo enmendara los errores de un pasado no tan lejano. Recordemos que en el mes de abril ya se vivió una situación similar en Ankara. El presidente turco Recep Tayyip Erdogan entró al salón junto al jefe del Consejo Europeo, Charles Michel, y ambos se sentaron en dos sillones preparados para presidir el encuentro. Detrás quedó la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, que pese a tener el mismo rango que Michel, se quedó de pie atónita al ver que no había un asiento para ella al mismo nivel que el del presidente del Consejo, quedando así relegada a un segundo plano en un sofá. Sin embargo, el presidente del Consejo Europeo, una vez más, decidió no hacer ni decir nada.
Tras los saludos y la foto oficial, llega el momento en el que Odongo se disponía a marcharse sin más. Fue entonces cuando Macron señaló hacia Von der Leyen, indicándole a Odongo que debía despedirse adecuadamente de ella. Tras una breve conversación con la líder alemana, el ugandés abandonó la sala. Eso sí, sin estrecharle la mano.
Después de esto, me surgen muchas dudas. ¿La situación vivida por la presidenta fue la de un desplante y un trato machista o la de dos, la de Odongo y la de Michel? ¿Puede un dirigente de la Unión Europea consentir este trato discriminatorio dirigido a una mujer? ¿Cuántas situaciones más de este calibre tendremos que volver a ver?