La necesidad de pensar en la protección del medio ambiente en nuestro día a día ha llegado también a los eventos, que ahora pueden ser sostenibles. Aunque un evento 100% sostenible necesita un certificado que lo verifique, existen muchos detalles en la organización de este tipo de actos que, aunque, a priori, parezcan más caros, en realidad pueden suponer un gran ahorro para los organizadores. Sin contar con los beneficios reputacionales y de imagen, comunicación y sensibilización que implican los eventos responsables.
LAURA MARTÍN
Tras el parón de la pandemia en 2020 y 2021, vuelven a celebrarse diariamente en España cientos de eventos, congresos, reuniones, jornadas, fiestas o festivales de todo tipo y tamaño, que generan un alto impacto sobre el medio ambiente y el uso de materias primas, además de un incremento importante de residuos, un elevado consumo de energía, agua o alimentos, y una alta contaminación atmosférica, acústica y lumínica, entre otros aspectos negativos.
La buena noticia es que, en realidad, no es tan difícil organizar un evento sostenible siguiendo algunas pautas y contando con la colaboración de profesionales de distintos sectores participantes: desde los promotores y organizadores, pasando por los patrocinadores o proveedores. Parece que ha llegado el momento de cambiar la planificación de eventos y las estrategias para la adopción de buenas prácticas.
Según el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma), un evento sostenible es aquel “diseñado, organizado y desarrollado de manera que se minimicen los potenciales impactos ambientales negativos, y que deja un legado beneficioso para la comunidad anfitriona y todas las partes involucradas”. En España, la Fundación Oxígeno puso en marcha hace tiempo la iniciativa Eventos Sostenibles, apoyada por el programa Emplea Verde de la Fundación Biodiversidad, con el objetivo de “transformar el paradigma de la organización y la gestión de las celebraciones populares y eventos, e introducir criterios de sostenibilidad que reduzcan el impacto ambiental de estos”.
Este proyecto se dirige a todos los participantes en la organización de eventos: empresas hosteleras, asociaciones vecinales, servicios de seguridad, entidades financiadoras, servicios de espectáculos o empresas suministradoras de productos y alimentos, entre otras, y se centra especialmente en trabajadores de pymes y micro-pymes. A todas ellas les ofrece la posibilidad de formar parte de Redes, la Red Estatal de Eventos Sostenibles, que certifica si la empresa o entidad trabaja para mejorar y hacer sostenibles aquellos eventos en los que participa.
Además, desde 2013 es posible obtener el Sello ISO 20121 que certifica la sostenibilidad durante todo el ciclo de la gestión de eventos, es decir, en todas las etapas del proceso: diseño, organización, planificación, ejecución, desarrollo, revisión y actividades posteriores a la celebración del encuentro. La iniciativa también ha publicado un Manual de Eventos Sostenibles que pone a disposición de todos los interesados en apostar por esta nueva forma de organizar eventos.
Eventos como agentes de cambio
Según explica a Revista Haz la experta en eventos sostenibles, Beatriz Ibáñez, directora del Ship2B Impact Forum, “generalmente un evento sostenible es aquel que compensa la huella de CO2 que genera y con ello obtiene un sello o certificación”, pero aclara que “va más allá de hacer un cálculo superficial de estas emisiones y debería seguir un plan de sostenibilidad en todas sus fases: preparación, evento y posevento, que permita adoptar medidas y buenas prácticas con el objetivo fundamental de reducir su impacto ambiental en, al menos, siete categorías principales: alojamiento, catering, movilidad, energía, agua, materiales y residuos”.
A su juicio, “se trata de hacer una medición rigurosa de la huella ambiental, adoptar soluciones y certificar su implementación y eficiencia”. Y, sobre todo, “cambiar el foco de un evento sostenible como aquel que simplemente compensa las emisiones que genera y ponerlo en el de evitar dichas emisiones”. Porque, según apunta esta experta, “además del impacto ambiental, no podemos dejar de lado el impacto social”.