JULIA ALONSO FRÍAS
Experta en Protocolo
España es un estado aconfesional desde la entrada en vigor de la Constitución Española de 1978. Sin embargo, esta aconfesionalidad ha sido puesta en entredicho en numerosas ocasiones. Un ejemplo que nos compete es el hecho de que los funerales de Estado celebrados en España hasta hace muy poco tiempo poseían tintes religiosos. Recordemos que un funeral de Estado consiste en una ceremonia funeraria pública celebrada en honor de una figura fallecida de relevancia nacional.
Antes de 1978, todos los funerales que se celebraban, tanto públicos como privados, solían ser religiosos, y todavía en los años próximos a dicha fecha lo seguían siendo debido a la arraigada tradición católica de España y su población. Sin embargo, desde hace más de una década ya es habitual distinguir en nuestro país dos tipos de funerales: los religiosos y los laicos -denominados funerales civiles-.
Esto ha ocurrido porque nos encontramos ante una sociedad cada vez más secularizada, algo impensable hace medio siglo, y que no solo se muestra en los funerales sino también en otros ritos, como por ejemplo el matrimonio, que cada vez son más los celebrados en un juzgado o en un ayuntamiento.
El número de funerales laicos en las grandes ciudades españolas supone ya el 20% y cabe destacar Barcelona, que despunta del resto de España llegando a ser laicos casi la mitad de todos los funerales celebrados. Sin embargo, estas cifras disminuyen levemente en ciudades más pequeñas y su descenso es un poco más significativo en zonas rurales en algunas de las cuales no se supera el 1%. España está evolucionando rápido hacia esta tendencia, pero aún se encuentra muy por detrás de otras ciudades europeas, aunque los expertos prevén un pronto alcance.
Necesidad de expertos
No obstante, sean del tipo que sean, todos tienen la finalidad de despedir al fallecido, y requieren de la organización del evento por parte de profesionales con formación en protocolo funerario y en organización de eventos.
Normalmente los funerales laicos se ofician en los tanatorios y de la ceremonia y de todo el proceso se encarga el personal de los mismos. Pero analizadas las ofertas de trabajo de este sector no encontramos que se requieran perfiles con la formación adecuada en protocolo y eventos. El perfil requerido suele ser bajo porque se ocupan de otras muchas gestiones relacionadas con el proceso funerario que nada tienen que ver con la organización del evento en sí mismo y reciben una mínima formación por parte de la empresa funeraria.
Es hora de reivindicar nuestra figura como profesionales también en este sector y que se reconozca la profesión del organizador de funerales como lo es el organizador de bodas siempre, como digo, con la suficiente formación.
Hay que tener también en cuenta que la organización de un evento funerario requiere de una organización en toda regla pero con una carga emocional muy alta. Todo el mundo entiende que no es lo mismo organizar una boda en la que todo es alegría y júbilo que un funeral, que es un acto familiar y social triste y en muchas ocasiones inesperado.
Primeras empresas organizadoras
Empiezan ya a surgir las primeras empresas organizadoras de funerales laicos, también llamados homenajes a la vida, en la que se rememora a la persona fallecida recorriendo su vida de una forma acorde a sus convicciones. Este tipo de ceremonias puede ser incluso después de un tiempo del fallecimiento y no excluye a las ceremonias religiosas. Se puede hacer una misa por el alma del difunto, pero también un homenaje a su vida, en otro momento y en otro lugar.
Los organizadores de eventos funerarios se encargan de todo: de encontrar el lugar perfecto, de las flores, de la decoración, de la música, las invitaciones, la etiqueta, la protocolización de asientos, las localizaciones para esparcir las cenizas de un difunto, etcétera.
La ceniza digital
Además, estas empresas se ocupan también de otras gestiones relacionadas con la ceniza digital del difunto. Y es que la muerte no es el final, como dice uno de los himnos más bonitos y que más se demandan en los funerales, y mucho menos no lo es en la era digital. Los perfiles de los difuntos quedan en internet, en las redes sociales, en Google, y seguirán ahí si alguien no lo remedia. A día de hoy, Facebook cuenta con 1.600 millones de perfiles y se estima que de ellos entre 10 y 20 millones son de personas que ya han fallecido. En marzo del año pasado, la red social anunció que eliminaría todos los likes procedentes de cuentas inactivas de sus páginas, pero en ningún caso puede eliminar cuentas sin la autorización del titular o en su lugar la de los familiares del fallecido.
El libro ‘Un paseo reposado por el mundo funerario español’
El mundo funerario se mueve y avanza a pasos agigantados. Los datos de la muerte en España han variado mucho por desgracia desde el año 2020 debido a la pandemia. Partiendo de esos datos, el libro Un paseo reposado por el mundo funerario español pretende hablar de todo ello, aunque como decía Ramón Gómez de la Serna, “escribir sobre la muerte es como si un ciego de nacimiento pintara sobre paisajes”. Aún así el libro pretende acercar el mundo funerario, hablando abiertamente del trato que le damos en España, desde nuestro comportamiento en los funerales hasta las empresas que trabajan detrás de la muerte. El lector encontrará también una radiografía del negocio funerario y un pequeño paseo por los cementerios de España, las tradiciones, costumbres y algunas curiosidades de un sector tan desconocido y del que tan poco gusta hablar, pues todavía hoy es sinónimo de “mal fario” hablar de la muerte.
Desde el punto de vista del evento funerario, la temática da para escribir un libro porque, como decían en la película Cuatro bodas y un funeral (Mike Newell, 1994), “el funeral es el único evento que seguro todos vamos a protagonizar”. Esperemos que algún día muy lejano…