SUSANA GUINDO
Los eventos deportivos son mucho más que competiciones. España se ha convertido en uno de los referentes en la organización de este tipo de eventos que, bien por su interés, bien por la participación de deportistas internacionales de renombre, se convierten en un gran escaparate. Todo esto nos sitúa inevitablemente en el foco de las cámaras de todo el mundo y, por ende, es una gran oportunidad de exportar la llamada “Marca España”.
Sin embargo, hay detalles que no comparto y que serían fácilmente subsanables. Bastaría con contar en el equipo con un profesional de protocolo que asesorara a la organización del evento.
Creo que la mejor manera de explicarme es con un par de ejemplos.
El fin de semana del 17 al 19 de mayo, el Longines Global Champions Tour trajo todo el espectáculo de la ‘Champions de la hípica’ a la icónica pista verde del Club de Campo Villa de Madrid. En esta competición, también llamada ‘Fórmula 1 de la hípica’, se dieron cita los grandes campeones del mundo en la disciplina de salto. Durante los tres días de competición, los mejor clasificados del ranking mundial y varios campeones olímpicos y de copas del mundo lucharon por la victoria en la hierba de la pista verde del Club de Campo Villa de Madrid. Todo un espectáculo que congregó a más de 30.000 personas, patrocinadores de primera línea como Longines, Porsche, Caser Grupo Helvetia, Grupo Eulen, ¡HOLA!, CaixaBank, Gilmar, Marqués de Riscal, Mahou, Exterior Plus, Marca y Radio Marca.
En cuanto a la organización de la competición, ni un pero. Todo transcurrió de manera impecable. Sin embargo, no todo fueron aciertos. Los accesos, especialmente el destinado al público en general, mal señalizados. Lo mismo ocurría una vez que accedías al Club de Campo, mala señalización, lo cual, teniendo en cuenta las dimensiones del recinto, creó un poco de caos además de interminables colas tanto a la entrada como a la salida del recinto.
Pero, centrándonos en el protocolo, y teniendo en cuenta que uno de los trofeos era la Copa de S.M. el Rey/Trofeo Caser Seguros, podían haber tenido en cuenta algunos detalles. Nada más llegar a la entrada, éramos recibidos por decenas de banderas colocadas en línea. Varias de España, varias de la Comunidad y del Ayuntamiento de Madrid y a continuación todo un despliegue de banderas del Club de Campo junto a las oficiales. Pero no fue el único “despiste” en cuanto a la correcta ubicación de las enseñas. Presidiendo la competición, justo encima de la pantalla principal que retransmitía en directo lo que sucedía en pista, tres banderas. Por fortuna la de España presidía y ondeaba en el centro. Lástima que la persona encargada de colocarlas no supiera ubicar correctamente las de la Comunidad y el Ayuntamiento, que estaban al revés.
Aunque para muchos este error pasara desapercibido, los profesionales de protocolo y organización de eventos nos fijamos en esos “detalles”, más cuando hablamos de detalles regulados en la “Ley 39/1981, de 28 de octubre, por la que se regula el uso de la bandera de España y el de otras banderas y enseñas” y de la presencia de autoridades. Por más que sea imprescindible, no todo es ubicar un palco.
Más allá de las banderas, en los eventos deportivos hay ocasiones en las que el protocolo, especialmente en la entrega de trofeos, no me termina de convencer. Por poner un ejemplo reciente, la entrega de medallas a los jugadores vencedores en las copas del Rey y la Reina.
Es habitual que en algunos torneos organizados por la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) el trofeo se entregue en el palco y sea el delegado del equipo campeón quien reparta las medallas en los vestuarios. Así sucedió en ambas competiciones de fútbol, el trofeo se entregó al vencedor en el palco y el delegado del equipo campeón repartió las medallas en los vestuarios. Este protocolo, consensuado con los equipos, se hace para ajustarse a los tiempos de la retransmisión televisiva.
Aquí es donde quiero hacer una reflexión. En unos torneos que son presididos por SM los Reyes, que congregan a miles de aficionados, que se retransmiten en casi todo el mundo, que forman parte de eso que llamamos “Marca España” ver a los jugadores y jugadoras vencedores ponerse a sí mismos la medalla en el campo ¿no llama la atención a nadie? ¿El momento más importante y emotivo, la entrega de trofeos de un campeonato de este nivel, se desluce para ajustarnos a los tiempos de retransmisión televisiva?
En mi humilde opinión, los pequeños detalles marcan, para bien o para mal, la diferencia.