RAIMOND TORRENTS
CEO Event Management Institute. Event designer, conferenciante, investigador y docente en organización de eventos (MICE)
Fin de un gran evento. Los participantes están alegres, se abrazan, se besan, se prometen llamarse, verse y cenar con sus parejas, todo el mundo se siente feliz y eufórico, es normal, ¡están todos drogados!
Lo están, lo notan, pero no lo saben. Los estímulos recibidos durante el evento han provocado en sus cerebros una producción adicional de unas sustancias (neurotransmisores las llaman) que les hacen sentir bien, alegres, activos, motivados, con ganas de relacionarse, concentrados, eficaces… Son las drogas del cerebro, la dopamina, la serotonina, la oxitocina y las endorfinas, el “cuarteto de la felicidad”. Sin ellas, la irrelevancia. Con ellas, el éxito.
Muchas situaciones pueden activar estos neurotransmisores, pero, en lugar de esperar a que aparezcan, ¿por qué no provocamos que fluyan por los cerebros de nuestra audiencia?
La dopamina ayuda al aprendizaje, la memoria y la motivación. Incrementa el nivel de dopamina de tu público incorporando actividades energizantes, un divertido icebreaker o escuchando música inspiradora. Tu público se sentirá mejor.
La serotonina ayuda al control de las emociones y a la mejora del estado de ánimo. Altos niveles de esta sustancia se asocian con la confianza, la autoestima y el sentido del propósito (sense of purpose) y reducen los niveles de cortisol (u hormona del estrés). Agradece a tu público el buen trabajo realizado. Ese reconocimiento generará buen rollo y una buena dosis de serotonina.
La oxitocina genera intimidad, confianza y ayuda a las relaciones personales. Reduce el estrés y genera sensaciones de satisfacción y seguridad. Aquí, de nuevo, un agradecimiento inicial relacionado o no con el motivo del evento provocará sentimientos de seguridad y bienestar entre el público.
Las endorfinas se producen como respuesta al dolor y alivian la ansiedad o la depresión. La forma más sencilla de generar endorfinas es hacer ejercicio o reír. Una vez más el humor aparece como una eficacísima herramienta para atraer y mantener la atención mediante una actividad placentera que, además, reduce el cortisol.
En definitiva, la ciencia puede suponer una ayuda vital para el event manager para entender cómo funciona el cerebro de su audiencia y “afinar” más en el diseño de eventos eficaces.
Bien, ya tenemos a todo el público “drogado” y feliz, pero ¿Qué ocurre con los organizadores?
El estrés, la tensión y la excitación, sensaciones habituales en la puesta en escena de cualquier evento favorecen la secreción de adrenalina que provoca un estado de alerta que predispone a actuar ante la mínima señal de peligro. Los Event Managers conocemos muy bien esta sensación de “hipercontrol” de la situación, es poderosa y nos hace sentir bien.
Lo dicho: ¿El éxito de un evento? ¡Drogas para todos!