JUANLUIS FUENTE
(Entrevista publicada en esta misma página el 30 de diciembre de 2021 y que ahora ofrecemos también para descargar en versión PDF)
Tiene un punto especial entrevistar a José Solà i Parés por aquello de que es el suscriptor número 1 de REVISTA PROTOCOLO, la primera persona que allá por el año 1995, cuando nacía esta publicación y se celebraba el I Congreso Internacional de Protocolo en Oviedo, actuó raudo y veloz ante las verdaderas ansias que tenía de aprender sobre la profesión, que por aquel entonces estaba en pañales. Él no fue consciente de sus “prisas” hasta que diez años más tarde, cuando celebramos en Madrid el décimo aniversario de la Revista, contactamos con él para invitarle a los actos sencillamente por eso, por figurar en nuestra base de datos como el primero que se había suscrito en tiempo y forma. No deja de ser una anécdota que para nosotros tiene especial relevancia. Sobre todo, cuando con el paso de los años la profesión le tiene tanta estima a este gran profesional, jefe de Protocolo y Relaciones Públicas del Ayuntamiento de Terrassa desde 2001, aunque trabaja en este departamento desde 1989. Persona sencilla, honesta y perseverante, Solà y Parés (Granollers, 1965) se considera un tintinólogo en toda regla (leen bien), un hombre al que el universo Tintín le resulta muy interesante en muchos aspectos. Amante del teatro, del cine y de las tradiciones (“me gusta que se mantengan”), tiene como gran aspiración “conseguir que nuestras compañeras y compañeros de profesión participen para conseguir aquello que nos merecemos: respecto y reconocimiento. De nosotros depende, vaya”.
Es usted el suscriptor número 1 de REVISTA PROTOCOLO. Cuando salió su primera edición en el año 1995, ahí estaba para apuntarse raudo para disponer de esta publicación. Ante esta circunstancia, dos preguntas: ¿qué le impulsó a suscribirte en aquel año en el que tantas cosas estaban por hacer y qué sentimiento tiene por ser el primero de miles de personas?
Realmente me sorprendió saber que era el suscriptor número 1. Creo que fue a los diez años para celebrar la efeméride cuando supe que era yo. Y me alegro de haberlo sido. Era el primer Congreso Internacional de Protocolo que se celebraba concretamente en Oviedo. Yo hacía seis años que estaba “en este mundo”, pero no había estudios oficiales, solo algunos “cursos” que se hacían pero que lo único que servía para mí era el conocer personas afines para poder intercambiar experiencias. Aquel Congreso era algo muy importante y al saber de esta Revista tuve claro que debía suscribirme. Era materia fresca en un mundo donde poco había publicado y, sobre todo, artículos de “actualidad”. Y estoy satisfecho de haber seguido y que aún ésta se encuentre en el candelero. Es muy importante para nuestro sector que tengamos la posibilidad de tener un espacio donde poder exponer nuestras experiencias y conocer la de compañeros que lo único que conlleva es a sumar y a progresar en nuestras profesiones.
“Al saber de esta REVISTA PROTOCOLO en 1995 tuve claro que debía suscribirme. Era materia fresca en un mundo donde poco había publicado y, sobre todo, artículos de “actualidad”. Y estoy satisfecho de haber seguido y que esta publicación aún se encuentre en el candelero”
Por aquél entonces ya formaba parte del equipo de protocolo del Ayuntamiento de Terrassa. ¿Cómo fueron sus inicios en la profesión?
Exacto. Yo entré a formar parte de Protocolo en el Ayuntamiento en junio de 1989. Terrassa había sido designada sede de Hockey Hierba en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992. No conocía nada de este mundo, si le soy sincero, pero me fue apasionando. Estudié Relaciones Publicas y ya en 2001 fui nombrado jefe de Protocolo y Relaciones Públicas del Ayuntamiento, cargo que ostento aún.
¿Cuáles cree que son los principales logros que ha conseguido en su ayuntamiento en materia de protocolo?
No sé si se pueden llamar logros. Supongo que he conseguido que se entienda lo que significa nuestra profesión más allá de poner alfombras o canapés en los actos. Ahora se respeta en muchos municipios, pero aún hay muchos otros, administraciones, empresas privadas, donde aún no se la reconoce como tal y nombran personas sin estudios propios para realizar estas tareas. Hasta 2010 en que no hubo estudios (grado/máster) se entendía nuestro “puesto” como “cargo de confianza”. Hoy en día ya deberían tener claro que somos profesionales como lo pueden ser otros en sus ámbitos y cuando se les pide currículum deben tener sus propios estudios. Y esto es lo que creo que intento aportar a la profesión desde la Asociación Catalana de Protocolo y Relaciones Institucionales que presido.
Ha trabajado con todos los alcaldes que tuvo su ayuntamiento desde la democracia. Vamos, han pasado todos “por sus manos”. El actual es de Tot per Terrassa (TXT). ¿De qué color político es?
Así es. En total, cuatro. El actual creó un partido de Terrassa, sin conexiones con otras formaciones, pero sí trabajando juntamente con ellos por el bien de la ciudad. Había sido concejal e incluso alcalde con el PSC, pero desde que lo dejo en 2017 organizó este partido que actualmente gobierna en coalición con ERC. Pero lo importante no debería ser el color político, para nuestro sector. Tratamos cargos, nos debe ser indiferente el partido al que pertenezcan. Si hemos de ser “cargos de confianza” lo debemos ser de la Administración donde trabajamos, y de esta manera los cargos políticos a quienes damos soporte mientras están en el gobierno (o en la oposición en su caso) estarán donde les corresponde.
Fue director adjunto de Protocol de la subsede de Hockey Hierba que se disputó en Terrassa en los XXV Juegos Olímpicos Barcelona 92. ¿Cómo fue aquella experiencia en un año en el que Cataluña en general y Barcelona en particular estaban en su momento de más esplendor internacional?
La verdad es que fue única y creo que será irrepetible. Aprendí mucho en aquel tiempo. Desde que se empezó a trabajar en la subsede hasta el final. Y más teniendo en cuenta que yo acababa de aterrizar en este mundo. Fue una locura, pero la mayor locura que he vivido y que realmente no me importaría repetir. El mejor recuerdo que me ha quedado son los “aros olímpicos de oro” que me concedió el presidente del COI, Joan Antoni Samaranch.
Pero usted no es experto en protocolo deportivo, ¿verdad?
No, no lo soy. En aquel momento dudo que hubiera expertos “propios”. Pero sí que es verdad que se gestó mucho de protocolo deportivo que ayudó a la profesión para crear verdaderos especialistas en este terreno y que hoy podemos estar orgullosos de tener.
“Las Olimpiadas de 1992 ayudaron a crear un clima de consenso protocolario que en muchos momentos se consiguió mantener. Pero también creo que parte de ese espíritu se perdió a medida que aquellos profesionales se iban jubilando. Deberíamos recuperarlo”
¿Qué supusieron las Olimpiadas de Barcelona para el protocolo y para la profesión en general?
Ayudaron a crear un clima de consenso protocolario que en muchos momentos se consiguió mantener. Pero también creo que parte de este espíritu se perdió a medida que los profesionales de aquel momento que habían logrado ese consenso se fueron jubilando. Ojalá se volviese a ese consenso que permitiría, sin lugar a duda, no tener que pensar en “colores políticos” sino en la profesionalización total de nuestro sector.
Siempre fue muy activo en el mundo del asociacionismo.
Siempre he creído en el asociacionismo. “La unión hace la fuerza” y “juntos somos más fuertes” son mis lemas.
Ha estado en la Asociación Española de Protocolo (AEP) y continúa en la Organización Internacional de Ceremonial y Protocolo (OICP) después de ser su vicepresidente durante dos legislaturas.
En efecto, he sido socio de la AEP y en la OICP somos miembros como Asociación. Ahora se está abriendo la posibilidad de “socios particulares”, pero realmente la OICP esta nutrida de asociaciones de diferentes países. Así es, fui su vicepresidente durante dos mandatos. Los estatutos no permiten poder repetir más de dos, por lo que actualmente soy el director de la Biblioteca y Archivos de la Academia Internacional de Ceremonial y Protocolo, organismo asociado a la OICP. En la AEP no he tenido nunca cargos. He sido socio y he intentado participar y aportar lo que a los socios les corresponde hacer en una asociación.
Satisfecho de su actividad en estas dos asociaciones, por lo tanto.
Claro que sí. Es que son muy importantes. Cada una desde su prisma. La OICP, por aglutinar a asociaciones y trabajar a un nivel más internacional. Y nosotros debemos estar ahí para darle soporte. Y la AEP, juntamente con la Asociación Aragonesa de Protocolo, la Asociación de Técnicos de Protocolo de Galicia (ATP), la Asociación de Comunicación, Relaciones Públicas y Protocolo de Córdoba (ACRP) y la Asociación de Protocolo, Eventos y Comunicación de Asturias (APECA) hacen un trabajo excelente para con sus asociados. Los que están más próximos. Y trabajamos juntos, con un mismo horizonte. Al lado también de la Asociación para el Estudio y la Investigación del Protocolo Universitario. Siempre he sostenido y creído en una federación de asociaciones para trabajar conjuntamente los problemas que nos afectan a todos los profesionales, cada uno desde su comunidad, pero que no dejan de ser los mismos problemas de todos.
“Siempre he sostenido y creído en una federación de asociaciones para trabajar conjuntamente los problemas que nos afectan a todos los profesionales, cada uno desde su comunidad, pero que no dejan de ser los mismos problemas de todos”
Está claro que la unidad de la profesión es como una aspiración en su vida…
No lo dude: aspiro a conseguir que nuestras compañeras y compañeros de profesión participen para conseguir aquello que nos merecemos, respecto y reconocimiento. De nosotros depende, vaya. Vamos, que debemos estar más unidos para lograr este objetivo que, repito, tanto nos merecemos.
En el año 2007 se fundó la Asociación Catalana de Protocolo y Relaciones Institucionales. Usted es socio fundador. ¿Qué los llevó a crearla? ¿La Asociación Española no era suficiente para atender las necesidades territoriales?
Pues sencillamente era la necesidad de aunar a un colectivo que pudiese agrupar a los profesionales del sector. En aquel momento no existían estudios reglados y oficiales, por lo que era imposible crear un colegio. La Asociación podía cubrir este vacío. En 2006 se celebró el Congreso Internacional de Protocolo en Zaragoza y allí descubrimos la Asociación Aragonesa de Protocolo. Esto nos animó a tirar adelante. Por aquel entonces la AEP hacía poca actividad territorial. Los escasos actos que se hacían eran en Madrid, imposible para nosotros. Y desde la fundación de ACPRI se tuvo muy presente tener representantes en las diferentes demarcaciones catalanas (Tarragona, Lleida, Girona, Terres de l’Ebre) para que todos se sintiesen representados y presentes en ella.
Y presidente desde 2010. ¿Cuáles son los principales logros de la ACPRI en general y desde que está al frente de la misma en particular?
Eso es, presidente desde 2010. La presidenta que estuvo desde el inicio fue Roser Gatell, que por motivos personales y profesionales tuvo que dejarlo, y yo, como vicepresidente en su junta, asumí este papel. En 2012 se ratificó mi presidencia y desde entonces he estado al frente. Creo que lo que hemos conseguido fue sumar y trabajar para la profesión. Somos un referente para los profesionales, sean socios o no. Todos tenemos un objetivo común y ojalá la Asociación lo consiga, y los resultados también son para los profesionales no solo para los socios. Si la Asociación es fuerte con los asociados las demandas que se planteen siempre serán mejores. De aquí lo que comentaba antes de la unión entre asociaciones para trabajar por esas metas que ojalá ya lo hubiesen conseguido nuestros predecesores.
¿Qué aporta la Asociación a los socios?
Un espacio de trabajo y puesta en común entre profesionales. Por ejemplo, disponemos de una comisión de gobiernos locales donde está el nicho más importante del sector en el ámbito institucional. Independientemente del número de habitantes, el protocolo local es exactamente igual en todos ellos. Y tan importante es lo que se haga en las ciudades grandes como en los municipios más pequeños. Todos aprendemos de todos. Nadie es experto en nada. Y así cualquier cosa que se realice, desde formaciones, conferencias virtuales que van más allá de nuestras fronteras, distinciones… Y, sobre todo, lo que queremos ser es la máquina para que los profesionales den toda la energía para que avance.
¿Necesitamos, pese a las asociaciones, un colegio profesional? ¿Considera, en todo caso, que Cataluña necesitaría uno propio?
Como comentaba antes, cuando nació ACPRI en 2007 no fue como colegio al no existir unos estudios que lo pudiesen avalar. Con el tiempo su importancia ya no es la misma. No sé si debemos optar a crear un colegio que solo funcionaria a nivel autonómico; considero que, si cada comunidad tiene una asociación, ésta ya puede hacer la misma fuerza y trabajar en el mismo sentido. Lo importante es la “unión”, el trabajo en “común” y llegar a conseguir el pleno reconocimiento de la profesión. El colegio solo puede dar más prestigio por la palabra, pero la importancia no es eso, la palabra, es el contenido. Y si las asociaciones lo pueden acometer, hagámoslas fuertes y no nos perdamos en este debate, ya habrá otros momentos en que se puedan debatir estos temas. Consigamos ahora que cada comunidad disponga de su asociación (y si no hay y la AEP, por ejemplo, tiene delegaciones, adelante, pero todos navegando hacía un mismo rumbo).
“Con el tiempo, veo que la importancia de tener un colegio profesional ya no es la misma. Puede dar más prestigio por la palabra, pero eso no es lo importante, la palabra es el contenido. Y si las asociaciones lo pueden acometer, hagámoslas fuertes y no nos perdamos en este debate”
¿Qué queda de aquel espíritu del año 1995 en donde tantas cosas estaban por hacer? De aquel I Congreso Internacional de Protocolo de Oviedo y que representó un antes y un después en la profesión ¿Fue en esos años cuando se forjaron tantos y tantos proyectos?
No tengo ninguna duda. Los que en aquel momento nos unimos para participar en el Congreso lo veíamos como un embrión. Y puedo afirmar que lo fue. Pero lo cierto es que nunca tuvo la fuerza que debía haber tenido, ya que quienes estaban ocupando lugares estratégicos no eran profesionales en el sentido estricto y quizás por este motivo nunca velaron por que la profesión estuviese donde merecía estar. Era un buen momento y no es normal que ahora, 26 años más tarde, estemos aun hablando del epígrafe de nuestra profesión o de nuestro reconocimiento pleno.
Ahora también forma parte del Observatorio Profesional de Protocolo y Eventos (OPPE).
Si, a raíz de la pandemia empezamos a organizar encuentros virtuales desde diferentes asociaciones o entidades. Y la más fuerte fue la que apareció el 31 de marzo de 2020 como Jornada Covid-19 donde se pretendía hablar de cómo debíamos actuar los profesionales ante esta pandemia. En estas Jornadas había profesionales de diferentes sectores y en un primer momento eran semanales (estábamos confinados y era una manera de trabajar en nuestras materias sin movernos de casa). En estas charlas se fue gestando lo que ha acabado siendo el OPPE. Para mí es muy importante. La mayor parte de las disciplinas disponen de este ente. Y estoy muy orgulloso de que exista y de que pueda formar parte del equipo fundador donde se está trabajando fuerte. Resultado de todo ello fue el Congreso de Protocolo y Eventos realizado en noviembre de 2021 en Santiago de Compostela.
Cierto. ¿Con qué se queda de este encuentro o, mejor, reencuentro?
Quizás en lo que comenta, el “encuentro”. La posibilidad de volver a reencontrarnos en 3D. Saludarnos en persona y poder continuar debatiendo los temas que nos afectan directamente. Era importante este Congreso. Ha logrado lo que pretendía: encontrarnos y debatir juntos.
¿Ha conseguido el Observatorio unir más la profesión?
Estoy convencido de que, en este sentido, ha sido el gran revulsivo. Ha creado esa ilusión que comentaba que existió en 1995 en el primer Congreso Internacional de Protocolo. Espero, sin lugar a duda, que pueda hacer mucho por la profesión. Perdón. Podemos todos hacer mucho por la profesión con organismos como el Observatorio.
“Tristemente, y en general, el protocolo local no está nada valorado, aunque en mi caso concreto debo decir que sí. Siempre diré que en los ayuntamientos es donde se realiza más protocolo. Hay actos de lunes a viernes (y en muchísimos fines de semana) en los que debes estar al frente organizando y colaborando para que se realicen lo mejor posible”
Sin duda, es usted uno de los grandes expertos en protocolo local. ¿Está suficientemente valorado?
No sé si de los grandes expertos, pero si debo ser un referente ya, más que nada por el tiempo que lo llevo ejerciendo. Tristemente, y en general, no está nada valorado. En mi caso en concreto debo decir que sí. El primer alcalde que hubo en Terrassa en la democracia, Manuel Royes, siempre tuvo claro que debía existir esta figura. En un primer momento fue un cargo de confianza y ahora ya es una plaza en el organigrama de la institución. Siempre diré que en los ayuntamientos es donde se realiza más protocolo. Hay actos de lunes a viernes (y en muchísimos fines de semana) en los que debes estar al frente organizando o colaborando para que se realicen lo mejor posible. En otras instituciones también se realiza algún acto, pero básicamente lo que velan es que la autoridad a quien atienden tenga un buen lugar en el acto donde asisten. De aquí mi afán siempre por unir a los profesionales de protocolo y, en particular, a los de gobiernos locales por lo que antes comenté del trabajo similar que tenemos todos independientemente del número de habitantes que tengamos. Y trabajar juntos nos engrandece mucho a todos.
¿Cuál cree que es la gran carencia que tiene actualmente nuestra profesión?
Que no vayamos más unidos y no trabajemos en un frente común. Siempre he ido hablando del reconocimiento de la profesión, de hacernos ver como lo que somos. Pero también debemos tener presente que tenemos palos en las ruedas a nivel interno, en nuestro propio sector. Hasta que no podamos ir todos en una misma dirección más nos costará conseguir nuestros objetivos. Creo que ya estamos en la línea. Sigamos así. ¡Lo conseguiremos!
¿Cómo ve los estudios que hay de la profesión?
Importantes, necesarios e imprescindibles. Para poder pedir que se nos reconozca debemos tener una base y ésta va por los estudios. También sería importante que se debatiese sobre qué deben contener estos estudios para que las universidades y centros de formación trabajen como mínimo con una base común para poder ir a las instituciones y ofrecer el programa para que puedan pedir estos estudios a los profesionales futuros y donde encontrar las preguntas que se deben realizar en las oposiciones. E incluso a las empresas, para que lo tengan presente. No pido que ahora se demanden los estudios a los que están ejerciendo, pero sí que los van cesando sean reemplazados por personas que tengan estas titulaciones. Esto lo debemos hacer entre todos juntos, profesionales del sector y representantes de los estudios. Llegar a este consenso para mi es básico. Y desde las asociaciones debemos también velar por que los estudiantes tengan su espacio y puedan trabajar para la profesión para el día que consigan tener su puesto continúen la labor.
En definitiva, ¿cómo ve la profesión en general?
En este momento está muy madura, pero debemos lograr ir todos a una. Que trabajemos POR y PARA la profesión y no pensemos en vivir DE la profesión. Así conseguiremos lo que queramos y más. En nuestras manos está.