RAIMOND TORRENTS
CEO Event Management Institute. Event designer, conferenciante, investigador y docente en organización de eventos (MICE)
Estoy un poco harto de un buen puñado de “profetas” que aseguran que el mundo de los eventos, tras la pandemia, habrá cambiado para siempre. No es cierto (y me alegro mucho de ello). Los eventos son la máxima expresión de la comunicación humana, esto es, presenciales, cara a cara, y se vienen celebrando desde hace más de 5.000 años.
Ya los egipcios, 3.000 años AC, celebraban impresionantes ceremonias de coronación de sus faraones con mensajes potentes (“este es tu Dios y has de obedecerlo”) y espectaculares puestas en escena.
Siglos después, el imperio romano acuño la conocida frase de “pan y circo” que alcanzó su máximo esplendor con los fastos que el emperador Tito organizó para la inauguración del anfiteatro Flavio, o Coliseo de Roma, el año 80 DC y que duraron la friolera de 100 días (no hay Event Manager que lo resista). Muy recomendable la descripción del evento inaugural que Santiago Posteguillo narra en su novela histórica Los asesinos del emperador en la que no se ahorra ningún detalle (el organizador, el protocolo, el catering, la iluminación artificial, el personal, los efectos especiales…).
Los eventos egipcios o romanos eran, en esencia, iguales a los que celebramos hoy. Cambian los gustos, las tradiciones y, sobre todo, las herramientas, pero la esencia de la comunicación presencial es la misma y no cambiará mientras no cambie nuestro cerebro y Éste, dicen los neuropsicólogos, no ha cambiado significativamente en los últimos 20.000 años. Dudo que cambie ahora en unos pocos meses.
Somos seres analógicos en un mundo digital y, por mucho que nos digitalicemos, nuestro cerebro seguirá siendo analógico y con él nuestra forma de comunicarnos. El mundo digital nos ayuda a gestionar más eficientemente los eventos y nos aporta interesantes formas de renovar nuestra forma de sorprender a nuestra audiencia y comprometerla con nuestro mensaje, pero la esencia del evento sigue siendo la misma de siempre y así seguirá por los siglos de los siglos.
Que no nos vendan milongas, cambian las herramientas, pero no los eventos.