SUSANA GUINDO / JAVIER AGUADO
Desde hace relativamente pocos años –por fin– está abriéndose en las grandes corporaciones empresariales de nuestro país una puerta que, aunque no estaba cerrada con llave, parecía que daba un poco de respeto (falta de información, quizás). Nos referimos a los ‘lobbys’ o aquellos profesionales (que no influencers) cuyo cometido consiste en ejecutar un proceso planificado de comunicación de contenido predominantemente informativo, en el marco de las relaciones públicas, de la empresa, grupo de presión u organización con los poderes públicos, ejercido directamente por esta o a través de un tercero. Aunque, en la realidad, no siempre ha sido un término con muy buena fama.
En España, la palabra «lobby» a menudo se percibía de manera negativa. La imagen de individuos poderosos que actúan en secreto para beneficiar intereses privados a expensas del bien común ha contribuido a la mala reputación del lobby. Y es que en nuestra historia ha faltado en muchas ocasiones transparencia política, lo cual ha terminado fomentando el desprestigio de una profesión que, desarrollada por verdaderos profesionales, resulta imprescindible en el mundo actual.
Nos hemos trasladado a la casi traducción literal de este término anglosajón; allí nos llevan desde hace más tiempo la delantera en este apartado estratégico de la comunicación.
Pero ¿por qué traemos a estas páginas de @Revistaprotocolo este asunto de interés general para los profesionales del protocolo y los eventos? Porque, una vez más, todos necesitamos de todos: desde estas líneas –y su director lo tiene claro en su lista de contenidos– se viene reclamando el impulso de sinergias en todos los ámbitos de la comunicación, a saber: prensa, publicidad, marketing, protocolo, gabinetes y ahora se está incorporando el área de asuntos públicos.
De hecho, afortunadamente y como no podía ser de otro modo, como hemos referido, ya hay muchas empresas que están incorporando a su área de comunicación responsables de asuntos públicos. Otras, sin embargo, siguen encargando estas tareas a agencias de comunicación de prestigio y que no vamos a publicitar porque la gran mayoría de nuestros lectores las conocen y, a buen seguro, han trabajado o trabajan con ellas.
El caso es que, a Dios gracias, ‘asuntos públicos’ se ha dado cuenta, ha caído en la cuenta –en el sentido cariñoso de la palabra– que las personas que coordinan este departamento han de saber qué es esto del protocolo y los eventos.
Por eso, queremos felicitar desde aquí a @APRI https://relacionesinstitucionales.es/ que es la ASOCIACIÓN DE PROFESIONALES DE LAS RELACIONES INSTITUCIONALES de ámbito nacional, sin fines lucrativos ni carácter político alguno que representa a los profesionales de las relaciones institucionales, los asuntos públicos y el lobby en España. Agrupan y representan a todas aquellas personas físicas y jurídicas que voluntariamente desean formar parte de esta y que tengan como actividad profesional principal las relaciones institucionales, asuntos públicos o lobby, entendiéndose como tal la función de trasladar intereses legítimos a las administraciones públicas en general y en especial a los poderes legislativos y ejecutivos tanto a nivel europeo como estatal y autonómico.
¿Y por qué les felicitamos? Porque hace ya unos cuantos años (2017/2018, si la memoria no nos falla) los aquí firmantes junto con otro habitual colaborador de estas páginas, @David del Amo, jefe de Protocolo del Ayuntamiento de Alcobendas, mantuvimos un muy agradable encuentro con la presidenta en aquellos tiempos –el actual presidente ahora es Carlos Parry– e incluso se llegó a firmar un protocolo de intenciones con la Asociación Española de Protocolo.
Fruto de aquellos primeros ‘roces institucionales’, las actuales presidencias de @Apri y @Aep, organizaron a primeros de julio de este año una muy interesante jornada de acercamiento a conceptos básicos de protocolo y la organización de eventos. Creemos, firmemente, en que los profesionales del protocolo y los eventos van a encontrar unos aliados perfectos en los profesionales de las relaciones institucionales; vamos que han de ir de la mano sí o sí.
Y, desde aquí, nos permitimos animar a los lobbystas, los relacionistas públicos y los relacionistas institucionales a que se unan a nuestro carro porque, a fin de cuentas, las sinergias, como decíamos, tienen como objetivo final que la estrategia corporativa y la marca empresarial tengan prestancia en el mundo de las finanzas, de lo social, de los ods, etc. etc.
(Seguiremos informando).